La revista Historical Biology ha publicado recientemente un nuevo trabajo realizado por paleontólogos del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza, en colaboración con otros investigadores de la Universidad Nova de Lisboa y del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES). Este estudio ha permitido describir una nueva especie de cáscara de huevo de cocodrilo del Cretácico Superior del Pirineo aragonés.
Se han recuperado más de 300 fragmentos de cáscara de huevo, encontrados cerca de Biescas de Obarra, en el municipio de Beranuy (Ribagorza, Huesca). Dichos fragmentos formaban parte de huevos puestos por cocodrilos que convivieron con los últimos dinosaurios de Iberia al final del Cretácico y que aparecen en las rocas sedimentarias de la Formación Tremp, que aflora por este sector del Pirineo. Las dataciones más recientes de estos afloramientos sitúan estas rocas dentro de los últimos 250.000 años del Cretácico, muy próximas en el tiempo al límite Cretácico/Paleógeno, cuando se produjo un impacto de un meteorito contra el planeta Tierra y la extinción de los dinosaurios.
La nueva especie de cáscara de Biescas de Obarra ha sido nombrada como Pachykrokolithus excavatum, en referencia a su inusual grosor (0,8 mm de media) y a su superficie exterior altamente ornamentada, con una combinación de protuberancias y depresiones, que le confieren un aspecto excavado. Además de en Beranuy, se han identificado cáscaras de Pachykrokolithus en otros puntos de la comarca de la Ribagorza, como Serraduy o Arén.
- En el artículo publicado en la revista Historical Biology, se han comparado las cáscaras de Biescas de Obarra con otras cáscaras de huevo de cocodrilo, tanto actuales como fósiles de otras zonas del mundo, como Portugal o Estados Unidos, pudiéndose constatar que Pachykrokolithus es la cáscara de cocodrilo con mayor grosor que existe en el registro fósil. Por otro lado, también se ha comparado con cáscaras de dinosarios hadrosaurios que también aparecen por la zona, y que a primera vista pueden ser confundidas. De esta manera, se podrán diferenciar más fácilmente en futuros descubrimientos.
En la Ribagorza se conocían ya restos de cocodrilos de esta época, cómo Arenysuchus gascabadiolorum, de la localidad de Arén, o Agaresuchus subjuniperus, también encontrado en Beranuy. No obstante, no se tenía tanta información sobre los huevos que ponían estos cocodrilos, y con el descubrimiento de Pachykrokolithus, se completa una nueva pieza del rompecabezas. De nuevo, la Ribagorza queda señalada en el mapa como uno de los mejores lugares de Europa para estudiar la extinción del final del Cretácico y los fósiles de los animales que la sufrieron.