La mandíbula de Banyoles ha sido introducida en el aparato de tomografía computarizada (TC) del ICP con el objetivo de someterla a una potente fuente de rayos-X que permitan revelar detalles nunca observados de su interior. Este fósil emblemático ha sido elegido para inaugurar este equipamiento científico de última generación.
En la rueda de prensa posterior, Enric Menéndez, gerente del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont, ha destacado "la importancia de poder inaugurar equipamientos científicos de alto valor añadido en el contexto económico actual". El TC ha costado unos 500.000 euros y ha sido posible gracias a un programa operativo FEDER de Cataluña 2007-2013, en cofinanciación de la Generalitat de Catalunya y la Unión Europea.
El nuevo aparato industrial de tomografía computarizada reúne unas características técnicas que lo hacen único en todo el Estado y permitirá a los investigadores del ICP y de otros centros de investigación analizar el interior de fósiles de grandes dimensiones con una resolución muy superior a la que se obtiene con los TACs médicos a los que tenían que recurrir los paleontólogos hasta ahora. La técnica de la tomografía computarizada a menudo es usada en paleontología para estudiar el interior de los fósiles. Los rayos X se hacen pasar por la muestra y sufren una atenuación diferencial en función de la densidad, el espesor y la composición de la muestra, que se visualiza en las zonas más claras y más oscuras.
La fuente de rayos X del TC del ICP tiene una energía de hasta 450 kV (kilo Voltios) y una intensidad máxima de 3,5 mA (mili Amperios), que se ajusta en función de la muestra analizada. En el caso de la mandíbula de Banyoles se ha aplicado una energía de 200 kV, muy superior a los 60 -80 kV en los que habitualmente trabajan los TACs médicos.
Josep Fortuny, Coordinador del Grupo de Paleontología Virtual del ICP ha explicado que el aparato de tomografía computarizada del ICP "puede aceptar muestras de hasta 500 kilos de peso y de un metro de largo y de ancho y de cualquier tipo de material ", lo que lo hace interesante no sólo para la investigación científica sino también para algunos sectores de la empresa privada. Julià Maroto, profesor de Prehistoria de la Universidad de Girona y uno de los investigadores que más ha trabajado en este fósil confía en que la información obtenida con el TC permita "conocer mejor la mandíbula y que esta información pueda ser utilizada en el caso de que se decida restaurarla ".
La Mandíbula de Banyoles fue descubierta en 1887 por el farmacéutico de Banyoles Pere Alsius, que lo extrajo de un bloque de travertino cortado en una cantera cercana a Mata e hizo los primeros estudios. Aunque es un fósil que ha sido muy estudiado, aunque hay algunas incógnitas que no se han podido responder, como su antigüedad. Algunos métodos de datación le atribuyen unos 45.000 años, mientras que otros cálculos apuntan unos 66.000 años.
Una pregunta no resuelta de forma concluyente es a qué especie perteneció la mandíbula. La ausencia de mentón hace pensar que podría corresponder a un neandertal, aunque otras características (la ausencia de espacio retromolar, la posición avanzada del agujero mentoniano o el diámetro ancho entre los dos caninos) lo alejan de esta hipótesis y apuntan a un Homo sapiens. El deseo de los investigadores es que gracias a las imágenes del TC se pueda asignar a una especie de forma definitiva.
En la rueda de prensa posterior, Enric Menéndez, gerente del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont, ha destacado "la importancia de poder inaugurar equipamientos científicos de alto valor añadido en el contexto económico actual". El TC ha costado unos 500.000 euros y ha sido posible gracias a un programa operativo FEDER de Cataluña 2007-2013, en cofinanciación de la Generalitat de Catalunya y la Unión Europea.
El nuevo aparato industrial de tomografía computarizada reúne unas características técnicas que lo hacen único en todo el Estado y permitirá a los investigadores del ICP y de otros centros de investigación analizar el interior de fósiles de grandes dimensiones con una resolución muy superior a la que se obtiene con los TACs médicos a los que tenían que recurrir los paleontólogos hasta ahora. La técnica de la tomografía computarizada a menudo es usada en paleontología para estudiar el interior de los fósiles. Los rayos X se hacen pasar por la muestra y sufren una atenuación diferencial en función de la densidad, el espesor y la composición de la muestra, que se visualiza en las zonas más claras y más oscuras.
La fuente de rayos X del TC del ICP tiene una energía de hasta 450 kV (kilo Voltios) y una intensidad máxima de 3,5 mA (mili Amperios), que se ajusta en función de la muestra analizada. En el caso de la mandíbula de Banyoles se ha aplicado una energía de 200 kV, muy superior a los 60 -80 kV en los que habitualmente trabajan los TACs médicos.
Josep Fortuny, Coordinador del Grupo de Paleontología Virtual del ICP ha explicado que el aparato de tomografía computarizada del ICP "puede aceptar muestras de hasta 500 kilos de peso y de un metro de largo y de ancho y de cualquier tipo de material ", lo que lo hace interesante no sólo para la investigación científica sino también para algunos sectores de la empresa privada. Julià Maroto, profesor de Prehistoria de la Universidad de Girona y uno de los investigadores que más ha trabajado en este fósil confía en que la información obtenida con el TC permita "conocer mejor la mandíbula y que esta información pueda ser utilizada en el caso de que se decida restaurarla ".
La Mandíbula de Banyoles fue descubierta en 1887 por el farmacéutico de Banyoles Pere Alsius, que lo extrajo de un bloque de travertino cortado en una cantera cercana a Mata e hizo los primeros estudios. Aunque es un fósil que ha sido muy estudiado, aunque hay algunas incógnitas que no se han podido responder, como su antigüedad. Algunos métodos de datación le atribuyen unos 45.000 años, mientras que otros cálculos apuntan unos 66.000 años.
Una pregunta no resuelta de forma concluyente es a qué especie perteneció la mandíbula. La ausencia de mentón hace pensar que podría corresponder a un neandertal, aunque otras características (la ausencia de espacio retromolar, la posición avanzada del agujero mentoniano o el diámetro ancho entre los dos caninos) lo alejan de esta hipótesis y apuntan a un Homo sapiens. El deseo de los investigadores es que gracias a las imágenes del TC se pueda asignar a una especie de forma definitiva.
LUGAR Sabadell, Cataluña, España