El trabajo se centra en los restos craneales, mandibulares y dentales recuperados en dos cuevas de China. Por una parte, un cráneo y una mandíbula parciales, pertenecientes al mismo individuo, que fueron hallados originalmente en 1979 en el interior de la cueva Longlin (provincia de Guangxi) en el curso de prospecciones relacionadas con la búsqueda de petróleo. El hallazgo consistió en un bloque de sedimento compactado que contenía restos humanos fósiles del esqueleto postcraneal, así como el cráneo y la mandíbula incluidos en el estudio. Aunque algunos restos, como es el caso de la mandíbula, se extrajeron del bloque en 1979 no fue hasta 2010 cuando se liberó el cráneo parcial. Cubriendo la bóveda craneal se halló una fina concreción y del interior del cráneo se recuperaron fragmentos de carbón. Con todo ello, ha sido posible datar los restos humanos mediante carbono 14 y series de uranio en alrededor de 11.500 años de antigüedad.
El resto de la muestra contemplada en el estudio procede de otra cueva, llamada Maludong (provincia de Yunnan) que fue excavada sistemáticamente en 1989 y posteriormente en 2008. A diferencia de lo que ocurre con la cueva Longlin, que no ha podido ser excavada científicamente, de la cueva Maludong se dispone de una estratigrafía detallada que incluye numerosas dataciones por carbono 14 en carbones procedentes de todos los niveles. Así, se ha podido establecer que la secuencia estratigráfica incluye un lapso temporal comprendido entre hace unos 17.300 y hace alrededor de 13.300 años. En concreto, los niveles de los que proceden los fósiles humanos se fechan entre hace alrededor de 14.310 años y hace unos 13.590 años. También en este caso, se han recuperado fósiles del esqueleto postcraneal, aunque no han sido contemplados en el estudio.
En opinión de los autores del trabajo, los fósiles de ambas cuevas proceden de una misma población humana que habitaba la región a finales del Pleistoceno. Después de un exhaustivo y pormenorizado estudio métrico y morfológico, en el que se ha comparado con un extensa muestra de humanos fósiles (pertenecientes a H. sapiens, H. heidelbergensis, H. neanderthalensis y H. erectus) y poblaciones humanas actuales, los investigadores han llegado a la conclusión de que los nuevos fósiles corresponden a una población extinguida de H. sapiens caracterizada por una inusual combinación de rasgos modernos, propios de las poblaciones humanas actuales, junto con la presencia de relevantes caracteres primitivos tanto en el cráneo, como en la mandíbula y la dentición.
Aunque esta situación podría explicarse, tal como los autores del trabajo reconocen, atribuyendo los fósiles a una población finipleistocena local especialmente robusta, lo cierto es que la combinación de rasgos modernos y arcaicos hallada en los nuevos fósiles de China también se encuentra en fósiles más antiguos del continente africano. Por ello, los autores prefieren sugerir dos hipótesis alternativas que se encuentran muy en línea con las nuevas ideas y descubrimientos relacionados con la dispersión de nuestra especie.
En primer lugar, sugieren que los nuevos fósiles podrían representar un stock de población de una de las primeras olas de poblamiento de la diáspora de nuestra especie que habría quedado relicto en la región, tal como también se ha sugerido para explicar una situación similar en fósiles norteafricanos más antiguos. Otra posibilidad, no necesariamente incompatible con la anterior, es que los nuevos fósiles reflejen en su mosaico de caracteres la gran diversidad que tenían las poblaciones humanas africanas de las que procede nuestra especie y que está empezando a ser percibida en la actualidad.
Las ideas sobre el poblamiento del viejo mundo por nuestra especie, a partir de su cuna africana, han sufrido un profundo cambio en los últimos años. Han contribuido a ello los descubrimientos de la genética basados en el estudio del ADN fósil y en el análisis de la estructura de las poblaciones humanas modernas. También están siendo muy importantes los nuevos datos e ideas que proceden del campo de la ecología y la biogeografía de mamíferos y aves. Con todo ello, los nuevos planteamientos giran en torno a modelos biogeográficos más complejos e interesantes, con episodios de expansión y retracción de las poblaciones humanas en relación con los cambios ambientales.
Para aquellos interesados en profundizar en estas nuevas ideas es especialmente interesante el artículo de revisión recién aparecido en la revista Nature y firmado por J. R. Stewart, C. B. Stringer y, sobre todo, el brillante libro de Clive Finlayson, titulado “El sueño del Neandertal” y comentado en nuestra sección de libros.
REFERENCIAS:
Darren Curnoe, Ji Xueping, Andy I. R. Herries, Bai Kanning, Paul S. C. Tac¸on, Bao Zhende, David Fink, Zhu Yunsheng, John Hellstrom, Luo Yun, Gerasimos Cassis, Su Bing, Stephen Wroe, Hong Shi, William C. H. Parr, Huang Shengmin, Natalie Rogers. (2012). “Human Remains from the Pleistocene-Holocene Transition of Southwest China Suggest a Complex Evolutionary History for East Asians.” PLoS ONE 7(3): e31918.
J. R. Stewart, C. B. Stringer (2012). “Human Evolution Out of Africa: The Role of Refugia and Climate Change.” Science 335, 1317-1321.
Clive Finlayson (2010). “El sueño del neandertal. Por qué se extinguieron los neandertales y nosotros sobrevivimos”. Editorial Crítica (Colección: Drakontos). 256 páginas. ISBN: 978-84-9892-146-5.
El resto de la muestra contemplada en el estudio procede de otra cueva, llamada Maludong (provincia de Yunnan) que fue excavada sistemáticamente en 1989 y posteriormente en 2008. A diferencia de lo que ocurre con la cueva Longlin, que no ha podido ser excavada científicamente, de la cueva Maludong se dispone de una estratigrafía detallada que incluye numerosas dataciones por carbono 14 en carbones procedentes de todos los niveles. Así, se ha podido establecer que la secuencia estratigráfica incluye un lapso temporal comprendido entre hace unos 17.300 y hace alrededor de 13.300 años. En concreto, los niveles de los que proceden los fósiles humanos se fechan entre hace alrededor de 14.310 años y hace unos 13.590 años. También en este caso, se han recuperado fósiles del esqueleto postcraneal, aunque no han sido contemplados en el estudio.
En opinión de los autores del trabajo, los fósiles de ambas cuevas proceden de una misma población humana que habitaba la región a finales del Pleistoceno. Después de un exhaustivo y pormenorizado estudio métrico y morfológico, en el que se ha comparado con un extensa muestra de humanos fósiles (pertenecientes a H. sapiens, H. heidelbergensis, H. neanderthalensis y H. erectus) y poblaciones humanas actuales, los investigadores han llegado a la conclusión de que los nuevos fósiles corresponden a una población extinguida de H. sapiens caracterizada por una inusual combinación de rasgos modernos, propios de las poblaciones humanas actuales, junto con la presencia de relevantes caracteres primitivos tanto en el cráneo, como en la mandíbula y la dentición.
Aunque esta situación podría explicarse, tal como los autores del trabajo reconocen, atribuyendo los fósiles a una población finipleistocena local especialmente robusta, lo cierto es que la combinación de rasgos modernos y arcaicos hallada en los nuevos fósiles de China también se encuentra en fósiles más antiguos del continente africano. Por ello, los autores prefieren sugerir dos hipótesis alternativas que se encuentran muy en línea con las nuevas ideas y descubrimientos relacionados con la dispersión de nuestra especie.
En primer lugar, sugieren que los nuevos fósiles podrían representar un stock de población de una de las primeras olas de poblamiento de la diáspora de nuestra especie que habría quedado relicto en la región, tal como también se ha sugerido para explicar una situación similar en fósiles norteafricanos más antiguos. Otra posibilidad, no necesariamente incompatible con la anterior, es que los nuevos fósiles reflejen en su mosaico de caracteres la gran diversidad que tenían las poblaciones humanas africanas de las que procede nuestra especie y que está empezando a ser percibida en la actualidad.
Las ideas sobre el poblamiento del viejo mundo por nuestra especie, a partir de su cuna africana, han sufrido un profundo cambio en los últimos años. Han contribuido a ello los descubrimientos de la genética basados en el estudio del ADN fósil y en el análisis de la estructura de las poblaciones humanas modernas. También están siendo muy importantes los nuevos datos e ideas que proceden del campo de la ecología y la biogeografía de mamíferos y aves. Con todo ello, los nuevos planteamientos giran en torno a modelos biogeográficos más complejos e interesantes, con episodios de expansión y retracción de las poblaciones humanas en relación con los cambios ambientales.
Para aquellos interesados en profundizar en estas nuevas ideas es especialmente interesante el artículo de revisión recién aparecido en la revista Nature y firmado por J. R. Stewart, C. B. Stringer y, sobre todo, el brillante libro de Clive Finlayson, titulado “El sueño del Neandertal” y comentado en nuestra sección de libros.
REFERENCIAS:
Darren Curnoe, Ji Xueping, Andy I. R. Herries, Bai Kanning, Paul S. C. Tac¸on, Bao Zhende, David Fink, Zhu Yunsheng, John Hellstrom, Luo Yun, Gerasimos Cassis, Su Bing, Stephen Wroe, Hong Shi, William C. H. Parr, Huang Shengmin, Natalie Rogers. (2012). “Human Remains from the Pleistocene-Holocene Transition of Southwest China Suggest a Complex Evolutionary History for East Asians.” PLoS ONE 7(3): e31918.
J. R. Stewart, C. B. Stringer (2012). “Human Evolution Out of Africa: The Role of Refugia and Climate Change.” Science 335, 1317-1321.
Clive Finlayson (2010). “El sueño del neandertal. Por qué se extinguieron los neandertales y nosotros sobrevivimos”. Editorial Crítica (Colección: Drakontos). 256 páginas. ISBN: 978-84-9892-146-5.
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