En los primeros años de la posguerra, pocos destacaban en el gris panorama de la ciencia española. Jaime Truyols (Sabadell, 1921), maestro de paleontólogos, fue uno de ellos. Se inició en su especialidad, en medio de las grandes dificultades propias de la época —a las que se añadían las de haber nacido en una familia de modestos recursos— bajo la guía de Miguel Crusafont, la gran figura de la paleontología española del periodo.
Al concluir sus estudios, interrumpidos por la Guerra Civil, simultaneó la investigación en el entonces pequeño museo de Sabadell con la docencia en distintos centros de enseñanza media, pues en aquellos años solo había dos plazas de paleontólogos en España. Se entregó a su pasión por la investigación en aquel ambiente hostil para el desarrollo de las ideas y suspicaz frente a una ciencia cuyo fundamento era la evolución biológica, cuyos planteamientos no eran muy acorde con la enseñanza oficial.
Muchos de sus trabajos, especialmente los dedicados a los vertebrados del Terciario, fueron profundamente innovadores, aplicando por primera vez en nuestro país análisis estadísticos a los estudios evolutivos y de los fósiles. Algunos, a pesar del tiempo transcurrido, siguen siendo un referente para paleontólogos y zoólogos; destaquemos que varios fueron publicados en la prestigiosa revista Evolution, lo que le permitió entrar en contacto con Georges Gaylor Simpson, uno de los padres de la Teoría Sintética de la Evolución.
A comienzos de los sesenta Crusafont obtuvo una cátedra de Paleontología en la recién creada Facultad de Geología de Oviedo y propuso a Truyols que lo acompañase. Allí expuso la primera tesis doctoral en Paleontología y Geología que se defendió en la Universidad de Oviedo y, tras la marcha de Crusafont a Barcelona en 1963, ocupó su cátedra.
Su radicación definitiva en Oviedo estuvo en parte motivada por razones científicas. A mediados de los sesenta, las explotaciones carboníferas asturianas estaban en pleno desarrollo y la paleontología era fundamental para la datación de los terrenos y el desarrollo de las infraestructuras geológicas españolas. Por eso Truyols optó por formar un equipo de colaboradores que se especializasen en Paleontología del Paleozoico.
Su equipo de discípulos, al que formó con la pasión que sentía por la enseñanza, se convirtió con el tiempo en un grupo de profesionales de prestigio internacional, con profesores en la mayor parte de las universidades españolas y algunas extranjeras.
El resto en el País Digital
Al concluir sus estudios, interrumpidos por la Guerra Civil, simultaneó la investigación en el entonces pequeño museo de Sabadell con la docencia en distintos centros de enseñanza media, pues en aquellos años solo había dos plazas de paleontólogos en España. Se entregó a su pasión por la investigación en aquel ambiente hostil para el desarrollo de las ideas y suspicaz frente a una ciencia cuyo fundamento era la evolución biológica, cuyos planteamientos no eran muy acorde con la enseñanza oficial.
Muchos de sus trabajos, especialmente los dedicados a los vertebrados del Terciario, fueron profundamente innovadores, aplicando por primera vez en nuestro país análisis estadísticos a los estudios evolutivos y de los fósiles. Algunos, a pesar del tiempo transcurrido, siguen siendo un referente para paleontólogos y zoólogos; destaquemos que varios fueron publicados en la prestigiosa revista Evolution, lo que le permitió entrar en contacto con Georges Gaylor Simpson, uno de los padres de la Teoría Sintética de la Evolución.
A comienzos de los sesenta Crusafont obtuvo una cátedra de Paleontología en la recién creada Facultad de Geología de Oviedo y propuso a Truyols que lo acompañase. Allí expuso la primera tesis doctoral en Paleontología y Geología que se defendió en la Universidad de Oviedo y, tras la marcha de Crusafont a Barcelona en 1963, ocupó su cátedra.
Su radicación definitiva en Oviedo estuvo en parte motivada por razones científicas. A mediados de los sesenta, las explotaciones carboníferas asturianas estaban en pleno desarrollo y la paleontología era fundamental para la datación de los terrenos y el desarrollo de las infraestructuras geológicas españolas. Por eso Truyols optó por formar un equipo de colaboradores que se especializasen en Paleontología del Paleozoico.
Su equipo de discípulos, al que formó con la pasión que sentía por la enseñanza, se convirtió con el tiempo en un grupo de profesionales de prestigio internacional, con profesores en la mayor parte de las universidades españolas y algunas extranjeras.
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LUGAR Oviedo, España