La primera evidencia de un aparato inyector de saliva venenosa (AISV) en musarañas (Eulipotyphla, Soricidae), al estilo de las serpientes, ha sido documentada por Gloria Cuenca Bescós y Juan Rofes en dos especies diferentes que habitaron en la Sierra de Atapuerca durante el Pleistoceno Temprano: Beremendia fissidens, procedente de la Sima del Elefante, y un soricino indeterminado, de la Gran Dolina, sendos yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril de la Sierra de Atapuerca.
Dos musarañas, ya extinguidas, desarrollaron dientes especializados en la inyección de saliva venenosa, con un sistema parecido al del moderno Solenodon, el único grupo de mamíferos actuales con AISV. Las musarañas de Atapuerca presentan incisivos inferiores con canales mediales, estrechos y profundos (G en la figura), que funcionarían como conductores de la saliva venenosa. Este rasgo probablemente está relacionado con su gran masa corporal (40-60 g, aproximadamente), y la cacería de presas más grandes (pequeños roedores, peces y anfibios). Ambas especies tienen poderosas mandíbulas reforzadas por una sínfisis sólida e inamovible, que aumenta la fuerza de mordedura ejercida sobre sus presas. Este carácter, junto con la acanaladura de los incisivos, aseguraría una transmisión rápida y efectiva del veneno.
Como vemos, la Sierra de Atapuerca no deja de ofrecer sorpresas. Este importante hallazgo acaba de ser publicado en la prestigiosa revista “Naturwissenschaften” que, con un índice de impacto de 1.953 en el SCI, es la sexta publicación científica multidisciplinaria más importante del mundo. La cita completa es:
Cuenca-Bescós, G. and Rofes, J. (2006). First evidence of poisonous shrews with an envenomation apparatus. Naturwissenschaften DOI 10.1007/s00114-006-0163-5.
Dos musarañas, ya extinguidas, desarrollaron dientes especializados en la inyección de saliva venenosa, con un sistema parecido al del moderno Solenodon, el único grupo de mamíferos actuales con AISV. Las musarañas de Atapuerca presentan incisivos inferiores con canales mediales, estrechos y profundos (G en la figura), que funcionarían como conductores de la saliva venenosa. Este rasgo probablemente está relacionado con su gran masa corporal (40-60 g, aproximadamente), y la cacería de presas más grandes (pequeños roedores, peces y anfibios). Ambas especies tienen poderosas mandíbulas reforzadas por una sínfisis sólida e inamovible, que aumenta la fuerza de mordedura ejercida sobre sus presas. Este carácter, junto con la acanaladura de los incisivos, aseguraría una transmisión rápida y efectiva del veneno.
Como vemos, la Sierra de Atapuerca no deja de ofrecer sorpresas. Este importante hallazgo acaba de ser publicado en la prestigiosa revista “Naturwissenschaften” que, con un índice de impacto de 1.953 en el SCI, es la sexta publicación científica multidisciplinaria más importante del mundo. La cita completa es:
Cuenca-Bescós, G. and Rofes, J. (2006). First evidence of poisonous shrews with an envenomation apparatus. Naturwissenschaften DOI 10.1007/s00114-006-0163-5.
LUGAR Atapuerca, Burgos