Los murciélagos europeos e ibéricos se enfrentan actualmente a una serie de amenazas relacionadas con la actividad humana, que han hecho que muchas de ellas pasen a estar catalogadas como vulnerables o en peligro de extinción. El estudio de los murciélagos del pasado puede aportar datos de gran relevancia y potencialmente transferibles al ámbito de la bioconservación de este grupo de mamíferos voladores. Una época clave para comprender como se distribuyen las especies de murciélagos actualmente en la península ibérica y en Europa es el periodo que comprende el final del Tardiglaciar y el comienzo del Holoceno (hace entre 14.000 y 8.200 años, aproximadamente). En ese momento, con el final de la “Edad de Hielo”, se inicia un cambio hacia condiciones climáticas más benignas, que a su vez se refleja en un cambio en la configuración de los ecosistemas. Sin embargo, lo que sabemos de las poblaciones de murciélagos que habitaban nuestro territorio en esta época de transición es muy poco. Tan solo nueve yacimientos peninsulares han aportado fósiles de quirópteros, y únicamente han sido identificadas un puñado de las típicas especies cavernícolas. En un reciente trabajo paleontológico en la cueva del Mirador, localizada en la provincia de Burgos y perteneciente al complejo de yacimientos de la Sierra de Atapuerca, se ha hallado el conjunto más rico y diverso de murciélagos fósiles hasta ahora conocido en la península ibérica para este periodo de tiempo. El estudio, publicado en la revista científica internacional Historical Biology, ha sido liderado por la Dra. Julia Galán, paleontóloga zaragozana que desarrolla su investigación en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), y en él colaboran investigadores procedentes del Grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza y del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).
El Mirador es una cueva que, hoy en día, presenta una morfología de abrigo debido al derrumbe de gran parte del techo. Se localiza en una posición privilegiada, en la ladera sur de la Sierra de Atapuerca y a 1033 m de altitud. Desde allí, nuestros ancestros humanos podían, fácilmente, controlar el territorio circundante (de ahí su nombre). Y sabemos que fue ocupada por grupos humanos durante varios periodos de tiempo: al final del Pleistoceno, por pueblos de la cultura Magdaleniense; ya en el Holoceno, fue utilizada primero por pueblos neolíticos y más tarde por gentes de la Edad del Bronce. Sin embargo, durante un largo periodo de tiempo tras el final de la “Edad de Hielo” y situado entre hace unos 11.400 y 8.400 años, la cueva no contó con una ocupación humana de entidad. Y es, precisamente, el nivel paleontológico acumulado durante de este periodo, denominado MIR49, el que ha aportado resultados sorprendentes. La cueva fue usada como posadero y lugar de nidificación de rapaces nocturnas, que acumularon en su interior una enorme cantidad de huesos de pequeños mamíferos al regurgitar sus egagrópilas, incluido un número considerable de restos de murciélago. El estudio de esta acumulación fósil ha permitido, por primera vez, tener una visión relativamente completa de cómo podrían haber sido estas poblaciones antiguas de murciélagos en nuestro territorio.
En el nivel MIR49 de la cueva del Mirador se han identificado 14 especies de murciélago diferentes. Se trata de una paleodiversidad muy destacable, ya que hasta ahora el yacimiento más diverso para este periodo no superaba las cuatro especies registradas. Los murciélagos identificados en El Mirador incluyen algunas especies frecuentes y típicamente cavernícolas, como el murciélago ratonero grande, Myotis myotis, el murciélago grande de herradura, Rhinolophus ferrumequinum o el murciélago de cueva, Miniopterus schreibersii. Otros, sin embargo, son más escasos en el registro fósil, como el nóctulo mediano, Nyctalus noctula, el nóctulo gigante, Nyctalus lasiopterus (una especie relativamente desconocida incluso hoy en día), la barbastela, Barbastella barbastellus, o el murciélago mediano de herradura, Rhinolophus mehelyi, animales que presentan un rango de distribución irregular y fragmentaria a través de Europa en la actualidad. El conjunto de especies de murciélago identificadas en El Mirador forma parte de la actual fauna ibérica y siete de ellas se encuentran catalogadas como “vulnerables” en nuestro país.
Por otro lado, hoy en día es prácticamente imposible encontrar a todas estas especies habitando simultáneamente una misma zona. Esto evidencia que, en lo referente a los murciélagos, la península ibérica gozaba al inicio Holoceno de una alta biodiversidad (nunca antes detectada) y que, probablemente, las comunidades de quirópteros de este periodo eran más ricas y diversas que las actuales. Otra de las cuestiones sobre las que el nivel MIR49 de El Mirador ha aportado información clave, es la de la entrada en la península ibérica del murciélago ratonero mediano, Myotis blythii, procedente de Asia y del este de Europa. Esta especie es típicamente cavernícola y muestra predilección por los paisajes abiertos, de estepa y pradera. En el nivel MIR49 de El Mirador, Myotis blythii aparece junto a su “especie hermana”, el murciélago ratonero grande Myotis myotis, lo que ha permitido identificar a la primera de ellas sin lugar a duda. El hallazgo supone la evidencia clara más antigua de su llegada al extremo occidental de Europa, probablemente relacionada con la expansión de los hábitats de vegetación abierta durante el evento climático Younger Dryas, un breve periodo de enfriamiento climático al final del Pleistoceno.
La referencia completa al trabajo es: Julia Galán García, Sandra Bañuls-Cardona, Gloria Cuenca-Bescós & Josep María Vergès (2022) Understanding the biogeography of Western European bats: the latest Pleistocene to Middle Holocene assemblage of El Mirador site (Sierra de Atapuerca, Spain), Historical Biology, DOI: 10.1080/08912963.2022.2107430