Un nuevo estudio dirigido por el geólogo J. Gregory Retallack, de la Universidad de Oregón, ha presentado evidencias de vida en la tierra cuatro veces antes de lo que se creía, es decir hace 2200 millones de años, casi la mitad del camino en la historia del planeta desde sus inicios. Esta prueba, que se detalla en la edición de septiembre de la revista Precambrian Research, está basada en el descubrimiento de unos fósiles del tamaño de cabezas de fósforos que se conectan entre sí en forma de manojos de hilos, y que han sido encontrados en la superficie de un yacimiento en Sudáfrica. Los fósiles han sido bautizados como Diskagma buttonii, que significa “fragmentos en forma de disco de Andy Button,” quien los encontró, pero no estaba seguro de lo que eran.
“Desde luego en aquella época no había plantas ni animales, sino algo bastante más simple, aunque ya con estructura de células eucariotas” comenta Retallack, profesor de ciencias geológicas y co-director de las colecciones paleontológicas del Museo de Historia Natural y Cultural de la UO, quien añade que “la mayoría de estos fósiles se asemejan a un organismo actual llamado Geosiphon, un hongo con una cavidad central llena de cianobacterias simbióticas”. “Ya había evidencias sobre la existencia de cianobacterias, pero no hongos, en la misma edad geológica, y estos nuevos fósiles establecen un punto de referencia nuevo que sitúa antes en el timeline la transformación ecológica de la tierra”, comenta.
Demostrar que Diskagma son fósiles, comenta Retallack, constituyó un triunfo técnico porque eran demasiado grandes para ser vistos por completo en el portaobjetos de un microscopio estándar, y dentro de la roca estaba demasiado oscuro como para verlos directamente a través de las grietas. Así que las muestras se obtuvieron de las imágenes de rayos X de un potente ciclotrón, un acelerador de partículas, en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley en California. Las imágenes permitieron una restauración tridimensional de la forma de los fósiles: pequeñas estructuras en forma de urna hueca, con un cuenco terminal y el tubo de unión basal. “Por fin tenemos una idea de cómo era la vida en la tierra, similar a la del Precámbrico”, afirma Retallack. “Tal vez con esta imagen en mente podamos encontrar más y diferentes tipos de fósiles de esta época en los suelos antiguos.”
Sin duda fascinante.
“Desde luego en aquella época no había plantas ni animales, sino algo bastante más simple, aunque ya con estructura de células eucariotas” comenta Retallack, profesor de ciencias geológicas y co-director de las colecciones paleontológicas del Museo de Historia Natural y Cultural de la UO, quien añade que “la mayoría de estos fósiles se asemejan a un organismo actual llamado Geosiphon, un hongo con una cavidad central llena de cianobacterias simbióticas”. “Ya había evidencias sobre la existencia de cianobacterias, pero no hongos, en la misma edad geológica, y estos nuevos fósiles establecen un punto de referencia nuevo que sitúa antes en el timeline la transformación ecológica de la tierra”, comenta.
Demostrar que Diskagma son fósiles, comenta Retallack, constituyó un triunfo técnico porque eran demasiado grandes para ser vistos por completo en el portaobjetos de un microscopio estándar, y dentro de la roca estaba demasiado oscuro como para verlos directamente a través de las grietas. Así que las muestras se obtuvieron de las imágenes de rayos X de un potente ciclotrón, un acelerador de partículas, en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley en California. Las imágenes permitieron una restauración tridimensional de la forma de los fósiles: pequeñas estructuras en forma de urna hueca, con un cuenco terminal y el tubo de unión basal. “Por fin tenemos una idea de cómo era la vida en la tierra, similar a la del Precámbrico”, afirma Retallack. “Tal vez con esta imagen en mente podamos encontrar más y diferentes tipos de fósiles de esta época en los suelos antiguos.”
Sin duda fascinante.
LUGAR Sudáfrica