Los basilosaurios son un grupo extinguido de cetáceos que vivieron en el Eoceno medio y superior. Se han encontrado en diferentes partes del mundo (Pakistán, Marruecos, EE.UU.). Se caracterizan por su gran y alargado cuerpo y que presentan unos miembros posteriores vestigiales, herencia de sus ancestros terrestres. Sus cráneos son alargados y con unos grandes y poderosos dientes. Conocíamos que serían unos grandes depredadores del Eoceno en los mares de poca profundidad, pero la descripción del nuevo basilosaurio Perucetus nos ha mostrado que además podían ser muy pesados.
En el Desierto de Ica, en la costa de Perú, un grupo de investigadores italianos y peruanos acaban de publicar en Nature la descripción de Perucetus, a partir de una serie vertebral y restos del miembro trasero. Proviene de sedimentos del Eoceno medio, con unos 40 millones de años de antigüedad. Además de un gigantesco tamaño, lo que más ha llamado la atención es que podría ser el vertebrado más pesado que ha existido, lo que le quitaría el récord a la actual ballena azul, promedio, el cetáceo alcanza una longitud de 24 metros y 150 toneladas de peso. Según los cálculos de los investigadores Perucetus colossus, alcanzó una masa de 340 toneladas y 20 metros de largo. Sin duda una barbaridad.
Las vértebras y costillas presentan una estructura ósea muy compacta, típica de mamíferos marinos del Eoceno como los sirenios y los basilosaurios que se llaman paquiostosis. Esto hace que sean muy pesados y les facilita hundirse en el agua. Los investigadores han calculado que el peso total de los huesos podría variar entre 5 a 8 toneladas, el doble de lo que pesan los de la ballena azul.
Este singular adaptación y tamaño hace de Perucetus un animal adaptado a unas condiciones determinadas y sin análogos actuales que dificultad su interpretación paleoecológica. Los investigadores proponen que vivía cerca de costas muy energéticas y con gran actividad de olas. Su estructura densa le sirvió para anclarse al agua sin moverse por las corrientes marinas. Siguiendo esta hipótesis, el equipo propone que se alimentaba de cadáveres de otros vertebrados, cerca del lecho marino, al igual que lo hacen algunas especies de tiburones de gran tamaño.
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