A estas horas la paleoblogosfera( y aqui, y aqui, y por todas partes ) y la prensa en general, está llena de artículos contando la
historia que tantas veces hemos repetido en clase de paleontología o en visitas
guiadas a museos: En 1878, durante la guerra de los huesos que lo enfrentó a Edward
Cope, Othniel Marsh describió Apatosaurus ajax, un gigantesco dinosaurio
saurópodo. Al año siguiente, y con material proveniente de la misma formación,
pero de distinto yacimiento, el propio Othniel Marsh describió Brontosaurus excelsus,
otro monstruoso saurópodo. Sin
embargo, nuevos especímenes descubiertos a finales del siglo XIX mostraton que
los dos grandes dinosaurios de Marsh pertenecían al mismo género, y desde entontes, Brontosaurus dejó de ser un nombre válido, para pasar a ser un sinónimo junior
de Apatosaurus durante más de 110 años. La moraleja de la historia es que el público en general nunca
acepto este hecho, y el nombre de Brontosaurus quedó para siempre en el
imaginario común como el saurópodo más grande. Conocer la historia de
Brontosaurus, y omitir su nombre a conciencia fue, durante años, una buena forma
de distinguir al auténtico Freak de los dinosaurios de alguien que solo seguía
la moda de Jurassic Park. Sin embargo, el Nuevo trabajo ha descubierto que
existen diferencias suficientes entre Apatosaurus y Brontosaurus, a la luz de los nuevos hallazgos realizados durante el
siglo XX y XXI, para considerar ambos géneros independientes. La propuesta está
lanzada, y generará discusión, como reconoce el autor que lidera el trabajo en
una entrevista para Nature. Pero de esto va la ciencia, y seguro que la
discusión será divertida.
Sin embargo, el trabajo de Tschopp y colaboradores va mucho más allá de vindicar el nombre del lagarto del trueno. Detrás del gran titular hay un trabajo sistemático profundo, y una revisión de hasta 81 especímenes de dinosaurios, incluyendo todos los esqueletos de diplodócidos que han sido designados tipos de alguna especie (conocidos en taxonomía con la pomposa denominación de portadores del nombre), que han sido codificados para más de cuatrocientos setenta caracteres anatómicos, creando una de las matrices de saurópodos más grandes hasta la fecha. Las 298 páginas del trabajo recogen descripciones detalladas de cada carácter, incluyendo además ilustraciones y fotografías cuando es necesario. Una labor de recopilación de información que, a la larga dará mucho más que hablar que el anecdótico retorno de un viejo amigo.
Hace ya 25 años, el gran divulgador de la paleontología Stephen J. Gould escribía su clásico Bully for Brontosaurus, contando la historia del género y como se había realizado un intento de recuperar en nombre de Brontosaurus apelando a su extendido uso entre el público en general. Y terminaba su ensayo declarándose "Brontófilo" y a la vez perdedor, inclinándose ante los defensores de Apatosaurus, pero al mismo tiempo añorando que alguna vez se hiciera justicia a su vieja colección de sellos, que incluía una estampa de Brontosaurus. Si Gould siguiera vivo, hoy sería probablemente uno de los días más felices de su vida.
Tschopp E, Mateus O, Benson RBJ. (2015) A specimen-level phylogenetic analysis and taxonomic revision of Diplodocidae (Dinosauria, Sauropoda) PeerJ 3:e857 https://dx.doi.org/10.7717/peerj.857
Sin embargo, el trabajo de Tschopp y colaboradores va mucho más allá de vindicar el nombre del lagarto del trueno. Detrás del gran titular hay un trabajo sistemático profundo, y una revisión de hasta 81 especímenes de dinosaurios, incluyendo todos los esqueletos de diplodócidos que han sido designados tipos de alguna especie (conocidos en taxonomía con la pomposa denominación de portadores del nombre), que han sido codificados para más de cuatrocientos setenta caracteres anatómicos, creando una de las matrices de saurópodos más grandes hasta la fecha. Las 298 páginas del trabajo recogen descripciones detalladas de cada carácter, incluyendo además ilustraciones y fotografías cuando es necesario. Una labor de recopilación de información que, a la larga dará mucho más que hablar que el anecdótico retorno de un viejo amigo.
Hace ya 25 años, el gran divulgador de la paleontología Stephen J. Gould escribía su clásico Bully for Brontosaurus, contando la historia del género y como se había realizado un intento de recuperar en nombre de Brontosaurus apelando a su extendido uso entre el público en general. Y terminaba su ensayo declarándose "Brontófilo" y a la vez perdedor, inclinándose ante los defensores de Apatosaurus, pero al mismo tiempo añorando que alguna vez se hiciera justicia a su vieja colección de sellos, que incluía una estampa de Brontosaurus. Si Gould siguiera vivo, hoy sería probablemente uno de los días más felices de su vida.
Tschopp E, Mateus O, Benson RBJ. (2015) A specimen-level phylogenetic analysis and taxonomic revision of Diplodocidae (Dinosauria, Sauropoda) PeerJ 3:e857 https://dx.doi.org/10.7717/peerj.857
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