El origen del lenguaje humano: la evidencia de los fósiles de Atapuerca

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La cadena de huesecillos es una de las maravillas de la naturaleza, pues funciona como un ajustador de impedancias. La impedancia acústica es la resistencia de un medio a transmitir una onda. Cuando una onda pasa de un medio a otro con diferente impedancia, se pierde parte de la energía sonora en forma de reflexión y refracción. La presencia de los huesecillos entre el medio aéreo del exterior y el líquido del oído interno evita el cambio de medio, pues los huesecillos convierten las ondas de un fluido (el aire) en un movimiento mecánico y luego otra vez en una onda en el seno de un fluido (la endolinfa).

Según Martínez, ésa pudo ser la ventaja selectiva a la que aluden los autores del artículo de Liaoconodon para entender el cambio de la articulación reptiliana a la mamiferiana.

El problema es que nada es gratis en la naturaleza. El oído medio funciona muy bien como adaptador de impedancias pero, a cambio, actúa como filtro acústico. Debido a las propiedades físicas de sus componentes (masa y longitudes de los huesecillos, volumen de la cavidad timpánica, diámetro del tímpano...) hay ondas que se propagan mejor que otras. Y eso mismo pasa también en el oído externo (debido a su longitud, diámetro, etc...). La suma de los dos filtrados determina en qué frecuencias oye mejor un mamífero. En resumen, que las propiedades de los huesecillos contribuyen al filtrado acústico característico de cada especie.

En los seres humanos, ese filtrado hace que nuestro oído esté adaptado a transmitir eficientemente sonidos en la banda de frecuencias del lenguaje. En la Sima de los Huesos se conservan más de una veintena de huesecillos del oído medio, cuyo estudio ha contribuido a establecer que oían como nosotros. Un largo camino desde que algunos de los huesecillos de la mandíbula reptiliana pasaron a formar parte del oído mamífero.

(Un inciso del profesor de Alcalá, nota histórica: El estribo (que no sale de la mandíbula, sino del columelar) lo descubrió un español, discípulo del gran anatomista Vesalio: Pedro Jimeno (1515-1551) y lo dio aconocer en su obra "Dialogus de re medica, compendiaria ratione, praeter quaedam alia, universam anatomem humani corporis perstringens" (Valencia,  1549): "En la nuca hay siempre uno; dos en la coronilla; junto a cada oreja uno escamoso, en el que se labra la cavidad destinada al órgano del oído, donde recientemente hemos encontrado tres huesecillos: dos, tras mucha observación, por mi maestro Andrés Vesalio, médico del emperador y hombre extraordinario, y el tercero ­de poca importancia­por mí."  Luego, en 1550, fue profesor de la entonces grande Universidad de Alcalá).

Volviendo a las evidencias fósiles de Atapuerca: las investigaciones del equipo de Ignacio Martínez muestran que los, los neandertales y los humanos que vivieron en la Atapuerca de hace 500.000 años oían de la misma manera que los  humanos modernos. Para ello, un equipo multidisciplinar estudia desde los circuitos eléctricos que permiten explicar el “circuito” de los receptores del sonido que llega al oído humano, hasta cómo oyen (en términos de frecuencia e intensidad) los demás primates actuales pasando por el análisis morfométrico del interior del oído, tomografía computerizada y la teoría de la información de Shannon.

Para el que quiera saber más puede leer el artículo que el autor escribe, junto con el profesor Arsuaga (Universidad Complutense) en la prestigiosa revista científica, Munibe:

Martínez Mendizábal, I., y Arsuaga Ferreras, J.L. El origen del lenguaje: la evidencia paleontológica. MUNIBE (Antropologia-Arkeologia), 60 5-16.

LUGAR Atapuerca, España

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