Los homínidos, la familia de primates que incluye a todos los grandes simios además de los humanos, tienen una triste historia. A parte de nosotros en la actualidad tan sólo quedan tres géneros pertenecientes a esta familia los orangutanes en el sudeste asiático y los chimpancés y gorilas en algunas zonas de África. Estos están amenazados y en caso de los orangutanes en peligro crítico de extinción. No obstante, esta no es la parte más triste de la historia, puesto que estos tres géneros son todo lo que queda de una familia que fue mucho más diversa en el pasado, en otras palabras, son pequeñas ramitas de un árbol que en tiempos remotos era mucho más frondoso. Para ver dicho árbol en todo su esplendor debemos remontarnos a la época que llamamos Mioceno, la edad dorada de los homínidos.
Los primeros homínidos evolucionaron a partir de simios africanos del Mioceno Inferior (hace unos 17 Ma) y se caracterizan principalmente por una serie de rasgos de su esqueleto que se relacionan con la adopción de posturas verticales del torso. Estas modificaciones parece que evolucionaron para moverse por los árboles usando manos y pies a la vez que se mantiene el torso vertical, del mismo modo que lo hacemos nosotros cuando intentamos trepar a un árbol. Los homínidos se cuelgan de las ramas usando sus brazos, que acostumbran a ser muy largos, pero un grupo, el que incluye a los humanos y parientes más cercanos (australopitecos y parántropos), se ha especializado en la locomoción bípeda terrestre, acortando sus brazos. De todos modos, el diseño básico de su esqueleto, con el torso vertical, ya se encontraba en los homínidos del Mioceno. Esta forma de moverse por los árboles es muy distinta de la que usan los monos, que corretean por las ramas sobre cuatro patas y que tienen un esqueleto bastante distinto.
Aunque los ancestros de los homínidos vivieron en África los fósiles más antiguos de este grupo curiosamente no aparecen en ese continente si no en Europa. Parece que estos invadieron Europa y Asia cuando se estableció una conexión con África, que se había mantenido separada del resto de los continentes durante la mayor parte de la edad de los mamíferos. Junto a los homínidos otros mamíferos de origen africano, como los antepasados de los elefantes, invadieron Europa y se dispersaron rápidamente. En el clima cálido del Mioceno Inferior los homínidos prosperaron y ya en el Mioceno Medio (hace unos 12 Ma) los encontramos por toda Europa y en algunos lugares de Asia, como Pakistán. Estos antiguos homínidos han aparecido también en la Península Ibérica, aunque sólo se han encontrado en Cataluña. Al parecer el clima del interior de la Península era demasiado árido para estos animales arborícolas, de modo que no se adentraron más allá de las regiones costeras, donde la proximidad al mar permitía el crecimiento de bosques húmedos y bastante cálidos.
Los restos catalanes han permitido reconocer hasta cuatro géneros distintos: Dryopithecus, Pierolapithecus, Anoiapithecus e Hispanopithecus. Éstos se agrupan en la subfamilia de los driopitecinos. El esqueleto de Pierolapithecus, de hace unos 12 Ma, ya muestra que era capaz de trepar a los árboles manteniendo el tronco vertical, aunque sus manos no le permitían agarrarse a las ramas y colgarse con la misma firmeza que un orangután. Mientras que en Europa encontramos driopitecinos, en Asia se han descubierto restos muy completos de Sivapithecus que tenía un cráneo muy parecido al del actual orangután, con el que se cree que está estrechamente relacionado.
Después de millones de años de prosperidad, la edad dorada de los homínidos llegó a su fin. A partir del Mioceno Medio el clima empezó a volverse más frío y parece que hacia el Mioceno Superior (hace unos 10 Ma) el enfriamiento llegó a ser crítico. Los bosques subtropicales en los que vivían los homínidos fueron reemplazados por bosques templados en Europa occidental y central y sabanas arboladas en el sudeste de Europa. Estos animales se alimentaban de frutos, y en los bosques templados los árboles pierden sus hojas y no producen frutos durante las estaciones frías, de modo que su fuente de alimento desaparecía durante muchos meses. En las sabanas arboladas los árboles eran escasos y los homínidos debían pasar más tiempo en tierra donde serían un blanco fácil para los depredadores. Mientras que los homínidos se extinguieron de los bosques templados hace unos 9,5 Ma parece ser que algunos lograron adaptarse a las sabanas arboladas. Se trata del género Ouranopithecus (cuyo nombre significa ‘el simio valiente’) que vivió en Grecia y Turquía hace unos 9 Ma. Se trataba de un homínido del tamaño de una hembra de gorila con un cráneo robusto y potentes mandíbulas. Tenía potentes músculos para la masticación y unos dientes con el esmalte muy grueso que parecen indicar que se alimentaría de bulbos y semillas en el suelo de la sabana, donde los alimentos están cubiertos de polvo y arena que producen un desgaste muy importante de los dientes. En caso de peligro correría los más rápido posible hasta el árbol más cercano.
Muy recientemente N. Spassov y colaboradores han descrito un diente de Ouranopithecus que muestra que este género sobrevivió hasta hace unos 7 Ma, como publican en la prestigiosa revista Journal of Human Evolution, lo que le convierte en el último homínido (exceptuando los miembros del género Homo) de Europa. En Asia, homínidos primitivos como los ponginos tuvieron algo más de suerte, puesto que todavía tenemos a los orangutanes en los bosques tropicales de Borneo y Sumatra. Ellos son todo lo que queda de los homínidos euroasiáticos, la última ramita del árbol hoy por hoy muy marchita.
Referencias:
Agustí, J., Sanz de Siria, A. & Garcés, M. 2003. Explaining the end of the hominoid experiment in Europe. Journal of Human Evolution, 45: 145-153.
Casanovas-Vilar, I., Alba, D.M., Garcés, M., Robles, J.M. & Moyà-Solà. 2011. Updated chronology of the Miocene hominoid radiation in Western Eurasia. Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, 108: 5554-5559.
Moyà-Solà, S., Köhler, M., Alba, D.M., Casanovas-Vilar, I. & Galindo, J. 2004. Pierolapithecus catalaunicus, a new Middle Miocene great ape from Spain. Science, 306: 1339-1344.
Spassov, N., Geraads, D., Hristova, L., Markov, G.N., Merceron, G., Tzankov, T., Stoyanov, K., Böhme, M. & Dimitrova, A. 2012. A hominid tooth from Bulgaria: the last pre-human hominid of continental Europe. Journal of Human Evolution, 62: 138-145.
Para saber más: Los fósiles catalanes, una pieza determinante en el estudio de la evolución de los homínidos. http://www.icp.cat/index.php/es/sala-de-prensa/noticies-icp/537-hominoideus-pnas
Pie de figura: Esquema evolutivo de los homínidos y sus ancestros. Entre los driopitecinos se representan las formas españolas. Por lo que refiere a los homínidos africanos (gorilas, chimpancés y humanos) sus relaciones con los homínidos del Mioceno aún no han podido esclarecerse.
Los primeros homínidos evolucionaron a partir de simios africanos del Mioceno Inferior (hace unos 17 Ma) y se caracterizan principalmente por una serie de rasgos de su esqueleto que se relacionan con la adopción de posturas verticales del torso. Estas modificaciones parece que evolucionaron para moverse por los árboles usando manos y pies a la vez que se mantiene el torso vertical, del mismo modo que lo hacemos nosotros cuando intentamos trepar a un árbol. Los homínidos se cuelgan de las ramas usando sus brazos, que acostumbran a ser muy largos, pero un grupo, el que incluye a los humanos y parientes más cercanos (australopitecos y parántropos), se ha especializado en la locomoción bípeda terrestre, acortando sus brazos. De todos modos, el diseño básico de su esqueleto, con el torso vertical, ya se encontraba en los homínidos del Mioceno. Esta forma de moverse por los árboles es muy distinta de la que usan los monos, que corretean por las ramas sobre cuatro patas y que tienen un esqueleto bastante distinto.
Aunque los ancestros de los homínidos vivieron en África los fósiles más antiguos de este grupo curiosamente no aparecen en ese continente si no en Europa. Parece que estos invadieron Europa y Asia cuando se estableció una conexión con África, que se había mantenido separada del resto de los continentes durante la mayor parte de la edad de los mamíferos. Junto a los homínidos otros mamíferos de origen africano, como los antepasados de los elefantes, invadieron Europa y se dispersaron rápidamente. En el clima cálido del Mioceno Inferior los homínidos prosperaron y ya en el Mioceno Medio (hace unos 12 Ma) los encontramos por toda Europa y en algunos lugares de Asia, como Pakistán. Estos antiguos homínidos han aparecido también en la Península Ibérica, aunque sólo se han encontrado en Cataluña. Al parecer el clima del interior de la Península era demasiado árido para estos animales arborícolas, de modo que no se adentraron más allá de las regiones costeras, donde la proximidad al mar permitía el crecimiento de bosques húmedos y bastante cálidos.
Los restos catalanes han permitido reconocer hasta cuatro géneros distintos: Dryopithecus, Pierolapithecus, Anoiapithecus e Hispanopithecus. Éstos se agrupan en la subfamilia de los driopitecinos. El esqueleto de Pierolapithecus, de hace unos 12 Ma, ya muestra que era capaz de trepar a los árboles manteniendo el tronco vertical, aunque sus manos no le permitían agarrarse a las ramas y colgarse con la misma firmeza que un orangután. Mientras que en Europa encontramos driopitecinos, en Asia se han descubierto restos muy completos de Sivapithecus que tenía un cráneo muy parecido al del actual orangután, con el que se cree que está estrechamente relacionado.
Después de millones de años de prosperidad, la edad dorada de los homínidos llegó a su fin. A partir del Mioceno Medio el clima empezó a volverse más frío y parece que hacia el Mioceno Superior (hace unos 10 Ma) el enfriamiento llegó a ser crítico. Los bosques subtropicales en los que vivían los homínidos fueron reemplazados por bosques templados en Europa occidental y central y sabanas arboladas en el sudeste de Europa. Estos animales se alimentaban de frutos, y en los bosques templados los árboles pierden sus hojas y no producen frutos durante las estaciones frías, de modo que su fuente de alimento desaparecía durante muchos meses. En las sabanas arboladas los árboles eran escasos y los homínidos debían pasar más tiempo en tierra donde serían un blanco fácil para los depredadores. Mientras que los homínidos se extinguieron de los bosques templados hace unos 9,5 Ma parece ser que algunos lograron adaptarse a las sabanas arboladas. Se trata del género Ouranopithecus (cuyo nombre significa ‘el simio valiente’) que vivió en Grecia y Turquía hace unos 9 Ma. Se trataba de un homínido del tamaño de una hembra de gorila con un cráneo robusto y potentes mandíbulas. Tenía potentes músculos para la masticación y unos dientes con el esmalte muy grueso que parecen indicar que se alimentaría de bulbos y semillas en el suelo de la sabana, donde los alimentos están cubiertos de polvo y arena que producen un desgaste muy importante de los dientes. En caso de peligro correría los más rápido posible hasta el árbol más cercano.
Muy recientemente N. Spassov y colaboradores han descrito un diente de Ouranopithecus que muestra que este género sobrevivió hasta hace unos 7 Ma, como publican en la prestigiosa revista Journal of Human Evolution, lo que le convierte en el último homínido (exceptuando los miembros del género Homo) de Europa. En Asia, homínidos primitivos como los ponginos tuvieron algo más de suerte, puesto que todavía tenemos a los orangutanes en los bosques tropicales de Borneo y Sumatra. Ellos son todo lo que queda de los homínidos euroasiáticos, la última ramita del árbol hoy por hoy muy marchita.
Referencias:
Agustí, J., Sanz de Siria, A. & Garcés, M. 2003. Explaining the end of the hominoid experiment in Europe. Journal of Human Evolution, 45: 145-153.
Casanovas-Vilar, I., Alba, D.M., Garcés, M., Robles, J.M. & Moyà-Solà. 2011. Updated chronology of the Miocene hominoid radiation in Western Eurasia. Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, 108: 5554-5559.
Moyà-Solà, S., Köhler, M., Alba, D.M., Casanovas-Vilar, I. & Galindo, J. 2004. Pierolapithecus catalaunicus, a new Middle Miocene great ape from Spain. Science, 306: 1339-1344.
Spassov, N., Geraads, D., Hristova, L., Markov, G.N., Merceron, G., Tzankov, T., Stoyanov, K., Böhme, M. & Dimitrova, A. 2012. A hominid tooth from Bulgaria: the last pre-human hominid of continental Europe. Journal of Human Evolution, 62: 138-145.
Para saber más: Los fósiles catalanes, una pieza determinante en el estudio de la evolución de los homínidos. http://www.icp.cat/index.php/es/sala-de-prensa/noticies-icp/537-hominoideus-pnas
Pie de figura: Esquema evolutivo de los homínidos y sus ancestros. Entre los driopitecinos se representan las formas españolas. Por lo que refiere a los homínidos africanos (gorilas, chimpancés y humanos) sus relaciones con los homínidos del Mioceno aún no han podido esclarecerse.
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