La Sierra de Albarracín, localizada en el sector suroccidental de la Cordillera Ibérica, destaca por la gran cantidad de restos fósiles de invertebrados, especialmente del Jurásico. Por eso ha sido, ya desde el siglo XIX, una zona clave para estudios sistemáticos, bioestratigráficos y cronoestratigráficos. A pesar de su abundancia fosilífera, muy pocos restos han sido asignados a vertebrados fósiles.
El ejemplar analizado forma parte de la colección de paleontología de vertebrados del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, y sus primeras referencias son anteriores a la Guerra Civil. A pesar de que se han hallado algunas fichas manuscritas antiguas, no está claro quién encontró la pieza ni cuál es su lugar de origen.
Se trata de un elemento óseo de morfología discoidal, con ambas superficies planas y unas marcas circulares concéntricas. A pesar de no saber el origen exacto del ejemplar, se sabe que procede del Jurásico de Albarracín, y por lo tanto se trata de un ambiente sedimentario predominantemente marino, típico de plataforma carbonatada, de manera que se podría relacionar el espécimen con algunos de los vertebrados que habitaron los mares jurásicos.
La morfología completamente plana, junto con la ausencia de superficies para el contacto con el arco neural, costillas o chevrones, lleva a los autores a descartar que se trate de un centro vertebral, y lo asignan a un disco intervertebral, de preservación excepcional. Los elementos intervertebrales están formados por cartílago fibroso.
Sin embargo, se han descrito casos de osificación de ligamentos y cartílagos en animales con gran especialización axial de locomoción, como cetáceos, ictiosaurios, mosasaurios y cocodrilos. Dado el gran tamaño de la pieza y su edad, podría tratarse de disco intervertebral osificado de cocodrilo, ictiosaurio o plesiosaurio.
La referencia completa es:
Pérez-García, A. y Gascó, F. 2010. Preservación excepcional de un disco intervertebral atribuido a un reptil marino, descubierto en la Sierra de Albarracín (Cordillera Ibérica, España) en el siglo XIX. Geogaceta, 48, 75-78.
El ejemplar analizado forma parte de la colección de paleontología de vertebrados del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, y sus primeras referencias son anteriores a la Guerra Civil. A pesar de que se han hallado algunas fichas manuscritas antiguas, no está claro quién encontró la pieza ni cuál es su lugar de origen.
Se trata de un elemento óseo de morfología discoidal, con ambas superficies planas y unas marcas circulares concéntricas. A pesar de no saber el origen exacto del ejemplar, se sabe que procede del Jurásico de Albarracín, y por lo tanto se trata de un ambiente sedimentario predominantemente marino, típico de plataforma carbonatada, de manera que se podría relacionar el espécimen con algunos de los vertebrados que habitaron los mares jurásicos.
La morfología completamente plana, junto con la ausencia de superficies para el contacto con el arco neural, costillas o chevrones, lleva a los autores a descartar que se trate de un centro vertebral, y lo asignan a un disco intervertebral, de preservación excepcional. Los elementos intervertebrales están formados por cartílago fibroso.
Sin embargo, se han descrito casos de osificación de ligamentos y cartílagos en animales con gran especialización axial de locomoción, como cetáceos, ictiosaurios, mosasaurios y cocodrilos. Dado el gran tamaño de la pieza y su edad, podría tratarse de disco intervertebral osificado de cocodrilo, ictiosaurio o plesiosaurio.
La referencia completa es:
Pérez-García, A. y Gascó, F. 2010. Preservación excepcional de un disco intervertebral atribuido a un reptil marino, descubierto en la Sierra de Albarracín (Cordillera Ibérica, España) en el siglo XIX. Geogaceta, 48, 75-78.
LUGAR Sierra de Albarracín, Jurásico, España