Las huellas de los animales tienen algo especial que nos fascina. Son la impronta de un momento en su vida, vestigio de su actividad biológica, buscando alimento, o refugio, o dónde cobijar a sus crias, o simplemente de su paso por una llanura olvidada en el tiempo, o (menos poético) de sus excrementos. Las icnitas son estudiadas por los icnólogos con diferentes propósitos: para identificar a los animales que las hacen y así inventariar la fauna de una región, para conocer su peso, su estado de salud, por dónde han pasado, si van en grupo o son solitarios... Sólo por citar algunos ejemplos ¿quién no recuerda a Diane Fossey recogiendo excrementos de gorilas para conocer cuántos días habían pasado desde su paso?
Los que estudian los huellas etológicas o biogénicas, como las cavidades hechas por animales, huellas de pies y manos, senderos, rastrilladas, marcas de piel o sus estructuras dérmicas, se llaman icnólogos.
Para mantener separada la nomenclatura de los fósiles corporales (dientes, huesos, conchas, semillas, polen) de la de las estructuras etológicas, se crearon los icnotaxones, que tienen un tratamiento particular en la nomenclatura zoológica. El estudio de las huellas de animales que vivieron en el pasado se llama paleoicnología. Y las estructuras del pasado tienen un tratamiento particular en la nomenclatura paleontológica, paleoicnotaxones. Recientemente se han publicado sendos trabajos de paleoicnología, uno de invertebrados del que ya dimos noticia hace unos días (Sexo y muerte de los cangrejos cacerola hace 243 millones de años) y otro sobre paleoicnología de osos de las cavernas. Sobre este último es del que vamos a desarrollar hoy nuestra noticia del día. Por cierto, que el autor es el mismo que el de los cangrejos del triásico.
El autor, Cajus G. Diedrich, del PaleoLogic, Halle, Germany, hace un estudio del oso de las cavernas (Ursus spelaeus) de la Cueva de Ursilor, en los Cárpatos occidentales, en Rumania. El artículo, publicado en una de las revistas más importantes de paleoicnología del mundo, Ichnos, describe las miles de huellas que un grupo de osos dejaron en las paredes, plataformas y pendientes del interior de la cueva.
Un pequeño inciso: la formación del yacimiento paleontológico, en el que también se han encontrado numerosos restos de huesos fósiles, tanto de osos como de otros carnívoros, recuerda, en su conservación, al yacimiento del oso de las cavernas del Pleistoceno de Tella, en Huesca, pues un desplome de grandes bloques ha sido una de las causas por la que ambos yacimientos se halla podido conservar hasta nuestros días. Diedrich ha descrito y definido las icnitas dejadas por los osos de Ursilor: Ursichnus europaeus (la terminación ichnus es muy frecuente en la parataxonomía de huellas). Y las camas, o icnitas de reposo durante la hibernación, Ursalveolus carpathicus. En Ursilor hay también huellas de pelo de oso de las cavernas que no se habían documentado hasta ahora en ninguna cueva europea.
Las camas de hibernación son sin embargo conocidas en más cuevas europeas aunque, según Diedrich ninguna se ha estudiado en detalle.
Un resultado interesante, por el gran debate que ocupa a los paleontólogos desde hace unos años, es que, al estudiar y comparar las huellas del oso de las cavernas de Ursilor con las de otros osos, Dietrich ha visto que son plantígradas y que sus uñas son más parecidas a las de los osos hervíboros, como el oso negro americano (Ursus americanus). Este oso come de vez en cuando materia animal pero no es su fuente principal de proteinas. Se han hecho muchos estudios sobre la alimentación del oso de las cavernas, están basados en la morfología dental, en la morfología mandibular, isótopos en el esmalte dental, nosotros hemos hecho un estudio sobre las marcas de osos en los huesos del yacimiento de Tella y todavía se sigue discutiendo si era fundamentalmente hervíboro, omnívoro o carnívoro. Parece que la balanza se inclina hacia una herviboría con algo de omnivorismo! Sin embargo, a diferencia de los huesos de osos de Tella, que presentan mordeduras y marcas que indican que los osos carroñeaban otros individuos de su misma especie, en Ursilor no hay marcas de mordeduras por lo que ni ellos mismos, ni el resto de carnívoros que ocasionalmente usaron la cueva, mordieron los huesos de los osos que eventualmente morían durante la hibernación.
Hay que decir que las huellas del oso de las cavernas de Ursilor ¡son más grandes que las que deja un gran gryzzly actual!
Una parte importante del estudio de los osos de Ursilor ha sido también la identificación de las camas de hibernación (140 en total) de las cuales las más notables son las de un grupo de tres osos, una osa y un osito cercano a la hembra, que probablemente no había pasado todavía su primer año de hibernación. El tercero, un oso macho joven en el fondo más lejano de la cueva. Además, otra conclusión interesante es que los osos excavaban sus propios nidos de hibernación pues las camas tienen las marcas de las uñas alrededor de la huella de hibernación.
Por cierto, para finalizar, resaltar la importancia de la paleontología como promotora de empresas de desarrollo cultural, social y económico local, pues Ursilor se ha covertido en una de las cuevas más importantes de turismo de cuevas en Rumanía.
Referencia completa: Diedrich, Cajus G. 2011. An Overview of the Ichnological and Ethological Studies in the Cave Bear Den in Ur?ilor Cave (Western Carpathians, Romania). Ichnos, 18: 9-26. DOI: 10.1080/10420940.2011.552578.
Los que estudian los huellas etológicas o biogénicas, como las cavidades hechas por animales, huellas de pies y manos, senderos, rastrilladas, marcas de piel o sus estructuras dérmicas, se llaman icnólogos.
Para mantener separada la nomenclatura de los fósiles corporales (dientes, huesos, conchas, semillas, polen) de la de las estructuras etológicas, se crearon los icnotaxones, que tienen un tratamiento particular en la nomenclatura zoológica. El estudio de las huellas de animales que vivieron en el pasado se llama paleoicnología. Y las estructuras del pasado tienen un tratamiento particular en la nomenclatura paleontológica, paleoicnotaxones. Recientemente se han publicado sendos trabajos de paleoicnología, uno de invertebrados del que ya dimos noticia hace unos días (Sexo y muerte de los cangrejos cacerola hace 243 millones de años) y otro sobre paleoicnología de osos de las cavernas. Sobre este último es del que vamos a desarrollar hoy nuestra noticia del día. Por cierto, que el autor es el mismo que el de los cangrejos del triásico.
El autor, Cajus G. Diedrich, del PaleoLogic, Halle, Germany, hace un estudio del oso de las cavernas (Ursus spelaeus) de la Cueva de Ursilor, en los Cárpatos occidentales, en Rumania. El artículo, publicado en una de las revistas más importantes de paleoicnología del mundo, Ichnos, describe las miles de huellas que un grupo de osos dejaron en las paredes, plataformas y pendientes del interior de la cueva.
Un pequeño inciso: la formación del yacimiento paleontológico, en el que también se han encontrado numerosos restos de huesos fósiles, tanto de osos como de otros carnívoros, recuerda, en su conservación, al yacimiento del oso de las cavernas del Pleistoceno de Tella, en Huesca, pues un desplome de grandes bloques ha sido una de las causas por la que ambos yacimientos se halla podido conservar hasta nuestros días. Diedrich ha descrito y definido las icnitas dejadas por los osos de Ursilor: Ursichnus europaeus (la terminación ichnus es muy frecuente en la parataxonomía de huellas). Y las camas, o icnitas de reposo durante la hibernación, Ursalveolus carpathicus. En Ursilor hay también huellas de pelo de oso de las cavernas que no se habían documentado hasta ahora en ninguna cueva europea.
Las camas de hibernación son sin embargo conocidas en más cuevas europeas aunque, según Diedrich ninguna se ha estudiado en detalle.
Un resultado interesante, por el gran debate que ocupa a los paleontólogos desde hace unos años, es que, al estudiar y comparar las huellas del oso de las cavernas de Ursilor con las de otros osos, Dietrich ha visto que son plantígradas y que sus uñas son más parecidas a las de los osos hervíboros, como el oso negro americano (Ursus americanus). Este oso come de vez en cuando materia animal pero no es su fuente principal de proteinas. Se han hecho muchos estudios sobre la alimentación del oso de las cavernas, están basados en la morfología dental, en la morfología mandibular, isótopos en el esmalte dental, nosotros hemos hecho un estudio sobre las marcas de osos en los huesos del yacimiento de Tella y todavía se sigue discutiendo si era fundamentalmente hervíboro, omnívoro o carnívoro. Parece que la balanza se inclina hacia una herviboría con algo de omnivorismo! Sin embargo, a diferencia de los huesos de osos de Tella, que presentan mordeduras y marcas que indican que los osos carroñeaban otros individuos de su misma especie, en Ursilor no hay marcas de mordeduras por lo que ni ellos mismos, ni el resto de carnívoros que ocasionalmente usaron la cueva, mordieron los huesos de los osos que eventualmente morían durante la hibernación.
Hay que decir que las huellas del oso de las cavernas de Ursilor ¡son más grandes que las que deja un gran gryzzly actual!
Una parte importante del estudio de los osos de Ursilor ha sido también la identificación de las camas de hibernación (140 en total) de las cuales las más notables son las de un grupo de tres osos, una osa y un osito cercano a la hembra, que probablemente no había pasado todavía su primer año de hibernación. El tercero, un oso macho joven en el fondo más lejano de la cueva. Además, otra conclusión interesante es que los osos excavaban sus propios nidos de hibernación pues las camas tienen las marcas de las uñas alrededor de la huella de hibernación.
Por cierto, para finalizar, resaltar la importancia de la paleontología como promotora de empresas de desarrollo cultural, social y económico local, pues Ursilor se ha covertido en una de las cuevas más importantes de turismo de cuevas en Rumanía.
Referencia completa: Diedrich, Cajus G. 2011. An Overview of the Ichnological and Ethological Studies in the Cave Bear Den in Ur?ilor Cave (Western Carpathians, Romania). Ichnos, 18: 9-26. DOI: 10.1080/10420940.2011.552578.
LUGAR Rumania