Período Perfecto (40.427.000).
El día en que Estriata estaba preparando la fiesta de cumpleaños de su hija Laevigata la lluvia había teñido de un hermoso color violeta toda la superficie del agua y el sol brillaba matizando las veredas de Nummulocadia. Mientras saboreaba el extracto de Fitocola esperando la llegada de Pustuloso 212, Estriata recordaba su primer encuentro con su bien amado Randolph, lejano en el tiempo pero cercano en su memoria. Como una flecha se le cruzo otro pensamiento “Este criado se vuelve cada día más perezoso”. La culpa la tienen todas estas ideas revolucionarias que sobre estos pequeños bastardos empiezan a circular. Pustuloso 212 llamó quedamente al timbre de servicio. Traía 10 bolsas de supermercado con sus pseudópodos, llenas de exquisiteces para paladares privilegiados.
A la vez entraba Randolph por la puerta principal. No tenía demasiado tiempo, pues las cosas estaban tomando rumbos extraños en la hasta ahora armoniosa sociedad de Nummulocadia y tenía que presidir una importante reunión en el Nummuloclaustro; pero no quería irse sin estrecharse con su esposa y a su hija en un día tan señalado para ellos.
La exaltación que embargaba a los presentes era tan patente que Randolph retrocedió por primera vez en su vida ligeramente asustado. Tras breves instantes de duda tomó las riendas de la reunión como correspondía a su cargo. Una ola de tranquilidad recorrió al Consejo. Con voz sosegada, pero firme, expuso:
¡Señores consejeros! Los pustolosos no representan ningún peligro para nuestra sociedad; aunque estoy de acuerdo con muchos de ustedes en que su número creciente podría ser preocupante en el futuro si no se tomaran las medidas adecuadas.
¡Señor Randolph! ¿Qué pretende decir con esto?
¡No he terminado señor Hantkenina! Mi proposición básica es la seguirles manteniendo como criados y que de ninguna manera puedan tener acceso a cualquier puesto de poder por muy poco representativo que éste sea. Para ello intensificaremos las medidas de represión y control.
La propuesta fue aprobada con un solo voto en contra.
Período Huevo Rojo (Año 36.542.687)
El día había sido de gran luminosidad. Como siempre el agua estaba teñida de un hermoso color indefinido. Al final del día un extraño huevo rojo que apareció en la confluencia de las calles V y N conmocionó a la población de Nummulocadia. Un nuevo anuncio publicitario, pensaron algunos. El color rojo contrastaba con la blancura de las calles; a pesar de su forma se mantenía en inquietante equilibrio. Su superficie brillante deformaba el contorno, reflejando grotescas figuras de quienes se miraban en él.
El ejercito fue evacuando las viviendas cercanas y el tráfico en aquella zona fue interrumpido. El noticiero informó que en el resto de las ciudades de Nummuloesfera habían ocurrido fenómenos similares. Durante unos días la población de Nummuloesfera se sintió alarmada y extraños presagios perturbaban sus mentes.
El Nummuloclaustro se reunió como solo lo hacía en ocasiones muy importantes. Se recabó la opinión de afamados científicos, estrategas y teólogos; que tras laboriosos y exhaustivos estudios concluyeron que los huevos no encerraban peligro alguno. Pasado algún tiempo empezaron a constituir un elemento más en la rutina diaria. La prensa llegó a eliminar por completo toda noticia acerca de los extraños objetos.
No a todos los habitantes de Nummuloesfera les pasó desapercibido el extraño encanto de los huevos rojos. Los Pustulosos vieron en ellos algo mágico y fascinante. A partir de ese momento fueron objeto de culto secreto.
Período final de la Nummuloesfera (Año 35.000.000)
Nadie puede recordar ni la hora ni como empezó todo. La superficie del agua se tiñó de rojo carmesí. Un brillo cada vez más intenso rememoró en los habitantes de Nummuloesfera la presencia de los huevos que habían permanecido intactos e inmóviles hasta ese momento; de forma que ya nadie recordaba la época en la habían aparecido. Para algunos eran adornos de la historia pasada que no encerraban ningún misterio. Para otros, sin embargo, tenían otros significados.
En la superficie de los huevos aparecieron fracturas inapreciables en un principio, que con rapidez se hicieron más patentes. Por entre las recién abiertas grietas un sonido ululante acompañado de destellos de mil colores comenzaron a aterrorizar a casi toda la población. Sin que supieran muy bien el porqué, los Pustulosos por el contrario, se sentían tranquilos.
De repente el sonido cesó, los resplandores se apagaron y se produjo una calma expectante. Nadie sabía lo que iba a pasar, pero algo terrible se intuía. Un líquido de color rojo comenzó a fluir suave e incisamente cubriendo primero el suelo de las calles. Los habitantes de las ciudades se refugiaron en los edificios más altos intentando huir de la viscosidad creciente.
A pesar de su desesperada huída, el fin de los gruesos Nummulites, que habían dominado durante muchos millones de años en Nummulosfera era inevitable, al quedar sepultados bajo el líquido. Solo los pequeños Nummulites Pustolosos flotaron, lo que les permitió salvarse de la extinción.
Una nueva era acababa de nacer. Miles de formas se diversificaron y ocuparon los lugares que durante el período de éxtasis habían sido exclusivos de los grandes Nummulites.
El día en que Estriata estaba preparando la fiesta de cumpleaños de su hija Laevigata la lluvia había teñido de un hermoso color violeta toda la superficie del agua y el sol brillaba matizando las veredas de Nummulocadia. Mientras saboreaba el extracto de Fitocola esperando la llegada de Pustuloso 212, Estriata recordaba su primer encuentro con su bien amado Randolph, lejano en el tiempo pero cercano en su memoria. Como una flecha se le cruzo otro pensamiento “Este criado se vuelve cada día más perezoso”. La culpa la tienen todas estas ideas revolucionarias que sobre estos pequeños bastardos empiezan a circular. Pustuloso 212 llamó quedamente al timbre de servicio. Traía 10 bolsas de supermercado con sus pseudópodos, llenas de exquisiteces para paladares privilegiados.
A la vez entraba Randolph por la puerta principal. No tenía demasiado tiempo, pues las cosas estaban tomando rumbos extraños en la hasta ahora armoniosa sociedad de Nummulocadia y tenía que presidir una importante reunión en el Nummuloclaustro; pero no quería irse sin estrecharse con su esposa y a su hija en un día tan señalado para ellos.
La exaltación que embargaba a los presentes era tan patente que Randolph retrocedió por primera vez en su vida ligeramente asustado. Tras breves instantes de duda tomó las riendas de la reunión como correspondía a su cargo. Una ola de tranquilidad recorrió al Consejo. Con voz sosegada, pero firme, expuso:
¡Señores consejeros! Los pustolosos no representan ningún peligro para nuestra sociedad; aunque estoy de acuerdo con muchos de ustedes en que su número creciente podría ser preocupante en el futuro si no se tomaran las medidas adecuadas.
¡Señor Randolph! ¿Qué pretende decir con esto?
¡No he terminado señor Hantkenina! Mi proposición básica es la seguirles manteniendo como criados y que de ninguna manera puedan tener acceso a cualquier puesto de poder por muy poco representativo que éste sea. Para ello intensificaremos las medidas de represión y control.
La propuesta fue aprobada con un solo voto en contra.
Período Huevo Rojo (Año 36.542.687)
El día había sido de gran luminosidad. Como siempre el agua estaba teñida de un hermoso color indefinido. Al final del día un extraño huevo rojo que apareció en la confluencia de las calles V y N conmocionó a la población de Nummulocadia. Un nuevo anuncio publicitario, pensaron algunos. El color rojo contrastaba con la blancura de las calles; a pesar de su forma se mantenía en inquietante equilibrio. Su superficie brillante deformaba el contorno, reflejando grotescas figuras de quienes se miraban en él.
El ejercito fue evacuando las viviendas cercanas y el tráfico en aquella zona fue interrumpido. El noticiero informó que en el resto de las ciudades de Nummuloesfera habían ocurrido fenómenos similares. Durante unos días la población de Nummuloesfera se sintió alarmada y extraños presagios perturbaban sus mentes.
El Nummuloclaustro se reunió como solo lo hacía en ocasiones muy importantes. Se recabó la opinión de afamados científicos, estrategas y teólogos; que tras laboriosos y exhaustivos estudios concluyeron que los huevos no encerraban peligro alguno. Pasado algún tiempo empezaron a constituir un elemento más en la rutina diaria. La prensa llegó a eliminar por completo toda noticia acerca de los extraños objetos.
No a todos los habitantes de Nummuloesfera les pasó desapercibido el extraño encanto de los huevos rojos. Los Pustulosos vieron en ellos algo mágico y fascinante. A partir de ese momento fueron objeto de culto secreto.
Período final de la Nummuloesfera (Año 35.000.000)
Nadie puede recordar ni la hora ni como empezó todo. La superficie del agua se tiñó de rojo carmesí. Un brillo cada vez más intenso rememoró en los habitantes de Nummuloesfera la presencia de los huevos que habían permanecido intactos e inmóviles hasta ese momento; de forma que ya nadie recordaba la época en la habían aparecido. Para algunos eran adornos de la historia pasada que no encerraban ningún misterio. Para otros, sin embargo, tenían otros significados.
En la superficie de los huevos aparecieron fracturas inapreciables en un principio, que con rapidez se hicieron más patentes. Por entre las recién abiertas grietas un sonido ululante acompañado de destellos de mil colores comenzaron a aterrorizar a casi toda la población. Sin que supieran muy bien el porqué, los Pustulosos por el contrario, se sentían tranquilos.
De repente el sonido cesó, los resplandores se apagaron y se produjo una calma expectante. Nadie sabía lo que iba a pasar, pero algo terrible se intuía. Un líquido de color rojo comenzó a fluir suave e incisamente cubriendo primero el suelo de las calles. Los habitantes de las ciudades se refugiaron en los edificios más altos intentando huir de la viscosidad creciente.
A pesar de su desesperada huída, el fin de los gruesos Nummulites, que habían dominado durante muchos millones de años en Nummulosfera era inevitable, al quedar sepultados bajo el líquido. Solo los pequeños Nummulites Pustolosos flotaron, lo que les permitió salvarse de la extinción.
Una nueva era acababa de nacer. Miles de formas se diversificaron y ocuparon los lugares que durante el período de éxtasis habían sido exclusivos de los grandes Nummulites.
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