En esta investigación los científicos separaron digitalmente los huesos del animal de la roca que los rodeaba, reconstruyeron el esqueleto usando un software de animación y estudiaron los ángulos y la amplitud de movimiento de cada articulación. La reconstrucción en 3D del esqueleto se realizó a partir de los tres especímenes fósiles de Ichthyostega mejor conservados. Para comprobar la fiabilidad de sus resultados los científicos aplicaron la misma tecnología a animales conocidos, como salamandras y cocodrilos, y comprobaron que tanto el movimiento de las articulaciones como el total del modelo se ajustaban perfectamente a la realidad.
Según apunta Stephanie Pierce, los resultados demostraron que las patas delanteras de los primeros tetrápodos habrían sido las que inicialmente adquirieron una función de locomoción en tierra. En cambio las extremidades posteriores habrían evolucionando primero como un complemento de la cola para la natación y solo más tarde para caminar en tierra. La imagen que estamos acostumbrados a ver en museos y libros de texto de Ichthyostega saliendo del agua y caminando como una gran salamandra parece incorrecta. Este animal no podía levantar su cuerpo del suelo.
La investigación biomecánica demuestra que más que una marcha como la de las salamandras actuales, estos animales impulsaban su cuerpo con pequeños saltos, de manera parecida al pez saltarín del fango. Las patas traseras servían principalmente para el equilibrio, al igual que la cola. Tenía movimientos muy limitados, y probablemente no debió andar en tierra de manera habitual. Ichthyostega se movería mejor en el agua. Las ‘manos’ le servían para sacar la cabeza del agua y respirar y comer y las patas traseras palmeadas y la cola las utilizaba para nadar. En tierra, las patas no le debían ser de mucha utilidad.
Según apunta Stephanie Pierce, los resultados demostraron que las patas delanteras de los primeros tetrápodos habrían sido las que inicialmente adquirieron una función de locomoción en tierra. En cambio las extremidades posteriores habrían evolucionando primero como un complemento de la cola para la natación y solo más tarde para caminar en tierra. La imagen que estamos acostumbrados a ver en museos y libros de texto de Ichthyostega saliendo del agua y caminando como una gran salamandra parece incorrecta. Este animal no podía levantar su cuerpo del suelo.
La investigación biomecánica demuestra que más que una marcha como la de las salamandras actuales, estos animales impulsaban su cuerpo con pequeños saltos, de manera parecida al pez saltarín del fango. Las patas traseras servían principalmente para el equilibrio, al igual que la cola. Tenía movimientos muy limitados, y probablemente no debió andar en tierra de manera habitual. Ichthyostega se movería mejor en el agua. Las ‘manos’ le servían para sacar la cabeza del agua y respirar y comer y las patas traseras palmeadas y la cola las utilizaba para nadar. En tierra, las patas no le debían ser de mucha utilidad.
La referencia completa es: Pierce S.; Hutchinson J.; Clack J. “Three-dimensional limb joint mobility in the early tetrapod Ichthyostega” Nature. Mayo de 2012. DOI:10.1038/nature11124
LUGAR Groenlandia