Hace 400 millones de años lo que hoy conocemos como Aragón (Norte de España) estaba sumergido en unos mares repletos de vida situados en el hemisferio sur de la Tierra. El Devónico es un periodo de tiempo especialmente rico en fósiles de invertebrados marinos en Aragón. Hay yacimientos conocidos mundialmente, pero poco espectaculares para el gran público. Los fósiles que se encuentran son de animales de grupos fósiles como los trilobites o con representantes actuales como cefalópodos o los corales, pero muy diferentes morfológicamente. En ese mundo vivió Carolowilhelmina.
Peter Carls es un investigador alemán que empezó a hacer su tesis doctoral en la década de los 1960 en paleontología del Paleozoico en el sur de la provincia de Zaragoza y el norte de Teruel. Se quedó encantado de las gentes y de los fósiles de la zona por lo que durante 40 años volvió cada verano, lo que permitió descubrir un montón de especies nuevas. Llego a ser catedrático en la Universidad de Braunschweig, pero nunca faltó a su cita anual por las tierras aragonesas. Fue el descubridor de una de las maravillas del Museo, como es un cráneo de un placodermo llamado Carolowilhelmina geognostica. Peter no buscaba fósiles de peces, sino que lo encontró por casualidad. En su investigación disgregaba roca caliza en busca de microfósiles llamados conodontos.
En una de las muestras apareció un fragmento enorme de un cráneo. Una vez preparado se dio cuenta que faltaba una parte importante. Durante 15 años volvió al mismo afloramiento donde había encontrado el primer resto… y finalmente recuperó el fragmento que faltaba. Fueron necesarios muchos años de preparación del fósil para disgregar con ácido la roca que lo rodeaba. Carolowilhelmina es un cráneo prácticamente completo de un “pez” placodermo que podría llegar a tener unos dos metros de longitud. Su principal característica es la protuberancia situada en la parte anterior del cráneo semejante a las que presentan los peces espadas actuales, aunque solo se trata de una convergencia evolutiva. Carolowilhelmina pertenece a un grupo totalmente extinguido que son los placodermos. Se trata de unos “peces” con el cuerpo cubierto de placas duras que les protegía el cuerpo. Algunos alcanzaron tamaños gigantescos, siendo los auténticos reyes de los mares del Devónico.
Peter Carls es un investigador alemán que empezó a hacer su tesis doctoral en la década de los 1960 en paleontología del Paleozoico en el sur de la provincia de Zaragoza y el norte de Teruel. Se quedó encantado de las gentes y de los fósiles de la zona por lo que durante 40 años volvió cada verano, lo que permitió descubrir un montón de especies nuevas. Llego a ser catedrático en la Universidad de Braunschweig, pero nunca faltó a su cita anual por las tierras aragonesas. Fue el descubridor de una de las maravillas del Museo, como es un cráneo de un placodermo llamado Carolowilhelmina geognostica. Peter no buscaba fósiles de peces, sino que lo encontró por casualidad. En su investigación disgregaba roca caliza en busca de microfósiles llamados conodontos.
En una de las muestras apareció un fragmento enorme de un cráneo. Una vez preparado se dio cuenta que faltaba una parte importante. Durante 15 años volvió al mismo afloramiento donde había encontrado el primer resto… y finalmente recuperó el fragmento que faltaba. Fueron necesarios muchos años de preparación del fósil para disgregar con ácido la roca que lo rodeaba. Carolowilhelmina es un cráneo prácticamente completo de un “pez” placodermo que podría llegar a tener unos dos metros de longitud. Su principal característica es la protuberancia situada en la parte anterior del cráneo semejante a las que presentan los peces espadas actuales, aunque solo se trata de una convergencia evolutiva. Carolowilhelmina pertenece a un grupo totalmente extinguido que son los placodermos. Se trata de unos “peces” con el cuerpo cubierto de placas duras que les protegía el cuerpo. Algunos alcanzaron tamaños gigantescos, siendo los auténticos reyes de los mares del Devónico.
LUGAR Zaragoza, España