Según fuentes del Gobierno de Aragón, los restos, que reclamó oficialmente la Dirección General de Patrimonio, fueron devueltos hace unas semanas. «Los materiales paleontológicos Camarillasaurus cirugedae ya han sido recibidos por el Museo Paleontológico de Galve –señalaron desde la DGA–. Se recibieron a
principios de agosto, de una manera muy poco habitual, ya que el envío se realizó a través de una empresa no especializada en la materia y en una caja. Tras una
inspección realizada en los días posteriores a la recepción, se comprobó que se habían entregado la totalidad de los restos exportados ». De momento el caso, y la polémica, parecen cerrarse así, y los fósiles se encuentran ya en un museo aragonés.
El descubrimiento de este ‘nuevo’ dinosaurio fue anunciado hace tres años por Bárbara Sánchez- Hernández y Michael J. Benton en la revista Acta Paleontologica Polonica en un artículo titulado Filling the ceratosaur gap: a new ceratosaurian theropod from the Early Cretaceous of Spain. La noticia dio rápidamente la vuelta al mundo, hasta el punto de que el nuevo dinosaurio ya es citado en más de 3.000 textos en Internet.
En el artículo, cada una de las piezas estudiadas estaba referenciada con las siglas MPG-KPC. Según se explicaba en el texto, MPG hacía alusión al Museo Paleontológico de Galve, K por Camarillas, a localidad del hallazgo, y PC por Pedro Cirujeda, que fue la persona que encontró los restos. Según los usos científicos, eso significaba que los restos pertenecían y se conservaban en el Museo Paleontológico de Galve. Pero no era así. Según se aseguraba hace unos meses a HERALDO desde el propio centro expositivo, «esos fósiles nunca han estado depositados aquí». Los fósiles fueron encontrados por un vecino de la comarca en uno de sus campos y los tuvo en su casa, con la intención de donarlos al museo, hasta que una paleontóloga, Bárbara Sánchez- Hernández, se los solicitó para su estudio y se los llevó.
Fue ahí donde se perdió la pista de los vestigios del dinosaurio Camarillasaurus cirugedae, entre los que había un diente, una posible vértebra cervical, dos placas
esternales, parte de una tibia, una escápula, un sacro incompleto, cinco vértebras caudales y varios fragmentos de vértebras y costillas. Según fuentes del Gobierno de Aragón, los restos se reclamaron a la paleontóloga desde que se conoció la publicación del artículo. El hecho de que este apareciera firmado también por Michael J. Benton, profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad británica de Bristol, hizo suponer a la Dirección General de Patrimonio que los fósiles podían incluso haber abandonado España.
Ante la falta de respuesta de cualquier tipo a los requerimientos de que depositaran los restos fósiles del famoso dinosaurio en un museo aragonés, la Diputación General de Aragón llegó a solicitar la intervención del Ministerio de Cultura para intentar conseguir su propósito. Ahora, los únicos restos que se conocen Camarillasaurus cirugedae ya están en Aragón y pueden ser estudiados por todos los paleontólogos que lo requieran. El dinosaurio, que vivió a principios del Cretácico, hace unos 130 millones de años, pobló buena parte del continente europeo y no era de grandes dimensiones. Camarillasaurus cirugedae debía tener unos cuatro metros de largo por 1,3 de alto y pesaba alrededor de 50 kilos. Era carnívoro, con pequeños cuernos y los brazos delanteros extremadamente cortos. Seguramente vivía en los bosques y atacaba a sus presas en grupo, porque se cree que era un animal muy ágil y veloz.
principios de agosto, de una manera muy poco habitual, ya que el envío se realizó a través de una empresa no especializada en la materia y en una caja. Tras una
inspección realizada en los días posteriores a la recepción, se comprobó que se habían entregado la totalidad de los restos exportados ». De momento el caso, y la polémica, parecen cerrarse así, y los fósiles se encuentran ya en un museo aragonés.
El descubrimiento de este ‘nuevo’ dinosaurio fue anunciado hace tres años por Bárbara Sánchez- Hernández y Michael J. Benton en la revista Acta Paleontologica Polonica en un artículo titulado Filling the ceratosaur gap: a new ceratosaurian theropod from the Early Cretaceous of Spain. La noticia dio rápidamente la vuelta al mundo, hasta el punto de que el nuevo dinosaurio ya es citado en más de 3.000 textos en Internet.
En el artículo, cada una de las piezas estudiadas estaba referenciada con las siglas MPG-KPC. Según se explicaba en el texto, MPG hacía alusión al Museo Paleontológico de Galve, K por Camarillas, a localidad del hallazgo, y PC por Pedro Cirujeda, que fue la persona que encontró los restos. Según los usos científicos, eso significaba que los restos pertenecían y se conservaban en el Museo Paleontológico de Galve. Pero no era así. Según se aseguraba hace unos meses a HERALDO desde el propio centro expositivo, «esos fósiles nunca han estado depositados aquí». Los fósiles fueron encontrados por un vecino de la comarca en uno de sus campos y los tuvo en su casa, con la intención de donarlos al museo, hasta que una paleontóloga, Bárbara Sánchez- Hernández, se los solicitó para su estudio y se los llevó.
Fue ahí donde se perdió la pista de los vestigios del dinosaurio Camarillasaurus cirugedae, entre los que había un diente, una posible vértebra cervical, dos placas
esternales, parte de una tibia, una escápula, un sacro incompleto, cinco vértebras caudales y varios fragmentos de vértebras y costillas. Según fuentes del Gobierno de Aragón, los restos se reclamaron a la paleontóloga desde que se conoció la publicación del artículo. El hecho de que este apareciera firmado también por Michael J. Benton, profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad británica de Bristol, hizo suponer a la Dirección General de Patrimonio que los fósiles podían incluso haber abandonado España.
Ante la falta de respuesta de cualquier tipo a los requerimientos de que depositaran los restos fósiles del famoso dinosaurio en un museo aragonés, la Diputación General de Aragón llegó a solicitar la intervención del Ministerio de Cultura para intentar conseguir su propósito. Ahora, los únicos restos que se conocen Camarillasaurus cirugedae ya están en Aragón y pueden ser estudiados por todos los paleontólogos que lo requieran. El dinosaurio, que vivió a principios del Cretácico, hace unos 130 millones de años, pobló buena parte del continente europeo y no era de grandes dimensiones. Camarillasaurus cirugedae debía tener unos cuatro metros de largo por 1,3 de alto y pesaba alrededor de 50 kilos. Era carnívoro, con pequeños cuernos y los brazos delanteros extremadamente cortos. Seguramente vivía en los bosques y atacaba a sus presas en grupo, porque se cree que era un animal muy ágil y veloz.
LUGAR Galve, Teruel, Aragón, España