Científicamente, Camarillasaurus es trasparente como un cristal: descrito por los paleontólogos en 2012, cuenta con entrada propia en la Wikipedia, aparece referenciado en los principales repertorios de dinosaurios y ya es citado en casi 3.000 textos en internet. Se trata de un género nuevo de dinosaurio descrito a partir de los restos fósiles de una especie (Camarillasaurus cirugedae) hasta hace un par de años desconocida por la Ciencia. Pero físicamente es un misterio. ¿Dónde están los restos de este dinosaurio único en el mundo encontrado en la provincia de Teruel? Nadie en Aragón lo sabe.
En 2012, Bárbara Sánchez-Hernández y Michael J. Benton publicaron en la revista ‘Acta Paleontologica Polonica’ un artículo en el que, con el título de ‘Filling the ceratosaur gap: a new ceratosaurian theropod from the Early Cretaceous of Spain’, daban cuenta de la existencia de una nueva especie de dinosaurio, el ‘camarillasaurus cirugedae’. En su artículo, cada una de las piezas estudiadas estaba siglada con las letras MPGKPC. Según explicaban en el texto, MPG es por el Museo Paleontológico de Galve, K por Camarillas, la localidad del hallazgo, y PC por Pedro Cirujeda, quien encontró los restos. Esto indica en principio, según los usos científicos, que los restos pertenecen y se conservan en el Museo Paleontológico de Galve.
Pero no es así. «Esos fósiles nunca han estado depositados aquí –subrayan en el centro–. Jamás ». Entonces, ¿dónde se encuentran? La versión que circula en Galve refiere que los restos del dinosaurio los había encontrado un vecino de la comarca en uno de sus terrenos –esto fue habitual hasta la presencia permanente de equipos científicos– y los guardaba en su casa hace años, enseñándoselos a todo aquel que mostrara interés en ellos.
Al parecer, ya había decidido cederlos al Museo Paleontológico de Galve cuando una paleontóloga, Bárbara Sánchez-Hernández, le convenció para que se los prestara para su estudio. Ahí se le perdió la pista a los restos, y no se tuvo
más noticia de ellos hasta que en 2012 se publicó el artículo en el que se describía la nueva especie. Sánchez-Hernández parece estar ligada actualmente a la Universidad de Bristol, en Gran Bretaña. De hecho, el artículo lo firma junto a Michael J. Benton, profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la citada universidad. La DGA, a preguntas de HERALDO, reconoce que no sabe dónde están los fósiles. «Ya hace un tiempo se le envió un requerimiento a la paleontóloga para que depositara los restos en un museo aragonés. Pero no ha dado señales de vida. Hay otros investigadores que quieren ver los fósiles y estudiarlos pero de momento es imposible. El caso es que los restos ya han sido estudiados y se ha publicado el artículo correspondiente, así que no hay razón alguna para que no estén en el museo.
Desde el Gobierno de Aragón, se le van a requerir a la paleontóloga con la advertencia de que, si no los recibimos, pondremos el caso en conocimiento del Ministerio de Cultura». Bárbara Sánchez-Hernández tampoco ha respondido al correo electrónico enviado por este periódico hace unos días para que explique dónde están los fósiles. Los vestigios que se buscan son, según el artículo científico –que incluye varias fotografías e incluso una recreación del dinosaurio al que pertenecían–, un diente, una posible vértebra cervical, dos placas esternales, parte de una tibia, una escápula, un sacro incompleto, cinco vértebras caudales, un nervio presacro casi completo y varios fragmentos de vértebras y costillas, entre otros elementos.
En 2012, Bárbara Sánchez-Hernández y Michael J. Benton publicaron en la revista ‘Acta Paleontologica Polonica’ un artículo en el que, con el título de ‘Filling the ceratosaur gap: a new ceratosaurian theropod from the Early Cretaceous of Spain’, daban cuenta de la existencia de una nueva especie de dinosaurio, el ‘camarillasaurus cirugedae’. En su artículo, cada una de las piezas estudiadas estaba siglada con las letras MPGKPC. Según explicaban en el texto, MPG es por el Museo Paleontológico de Galve, K por Camarillas, la localidad del hallazgo, y PC por Pedro Cirujeda, quien encontró los restos. Esto indica en principio, según los usos científicos, que los restos pertenecen y se conservan en el Museo Paleontológico de Galve.
Pero no es así. «Esos fósiles nunca han estado depositados aquí –subrayan en el centro–. Jamás ». Entonces, ¿dónde se encuentran? La versión que circula en Galve refiere que los restos del dinosaurio los había encontrado un vecino de la comarca en uno de sus terrenos –esto fue habitual hasta la presencia permanente de equipos científicos– y los guardaba en su casa hace años, enseñándoselos a todo aquel que mostrara interés en ellos.
Al parecer, ya había decidido cederlos al Museo Paleontológico de Galve cuando una paleontóloga, Bárbara Sánchez-Hernández, le convenció para que se los prestara para su estudio. Ahí se le perdió la pista a los restos, y no se tuvo
más noticia de ellos hasta que en 2012 se publicó el artículo en el que se describía la nueva especie. Sánchez-Hernández parece estar ligada actualmente a la Universidad de Bristol, en Gran Bretaña. De hecho, el artículo lo firma junto a Michael J. Benton, profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la citada universidad. La DGA, a preguntas de HERALDO, reconoce que no sabe dónde están los fósiles. «Ya hace un tiempo se le envió un requerimiento a la paleontóloga para que depositara los restos en un museo aragonés. Pero no ha dado señales de vida. Hay otros investigadores que quieren ver los fósiles y estudiarlos pero de momento es imposible. El caso es que los restos ya han sido estudiados y se ha publicado el artículo correspondiente, así que no hay razón alguna para que no estén en el museo.
Desde el Gobierno de Aragón, se le van a requerir a la paleontóloga con la advertencia de que, si no los recibimos, pondremos el caso en conocimiento del Ministerio de Cultura». Bárbara Sánchez-Hernández tampoco ha respondido al correo electrónico enviado por este periódico hace unos días para que explique dónde están los fósiles. Los vestigios que se buscan son, según el artículo científico –que incluye varias fotografías e incluso una recreación del dinosaurio al que pertenecían–, un diente, una posible vértebra cervical, dos placas esternales, parte de una tibia, una escápula, un sacro incompleto, cinco vértebras caudales, un nervio presacro casi completo y varios fragmentos de vértebras y costillas, entre otros elementos.
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