La datación del nivel que contiene los dos esqueletos parciales se estableció entre 1’95 y 1’78 y el estudio de los fósiles de Malapa mostró su gran parecido con los fósiles de Australopithecius africanus, pero también la presencia de rasgos derivados de Homo; especialmente en el pequeño tamaño de premolares y molares y en algunos caracteres pélvicos. Esta combinación de rasgos movió a sus descubridores a incluirlos en una nueva especie, creada para la ocasión: Australopithecus sediba. Además, los autores del estudio consideraban que A. sediba era la especie conocida más próxima, si no la antepasada directa, del género Homo.
Sin embargo, la antigüedad de los fósiles, algo menor de 2 millones de años, no cuadraba bien con esta idea, pues se conocen fósiles de Homo mucho más antiguos, hasta 2’3 millones de años. Por ello, algunos autores opinaban que la pretendida antepasada de nuestro linaje era demasiado joven para el puesto.
Este viernes, 9 de septiembre, aparecen en la revista Science cinco artículos consagrados a distintos aspectos de la cronología y anatomía de A. sediba. En el primero de ellos, encabezado por Robyn Pickering, se precisa con gran rigor la datación de los restos en 1’997 millones de años, mediante el empleo de dataciones radiométricas (método del Uranio-Plomo) combinadas con magnetoestratigrafía de gran precisión. Los autores del trabajo argumentan que no hay ningún fósil seguro de Homo más antiguo que esa fecha y que por ello A. sediba no puede ser descartado como posible antepasado de nuestro género.
Se trata de afirmaciones que sin duda encontrarán contestación.
Los otros cuatro artículos, encabezados por Kristian J. Carlson, Job M. Kibii, Tracy L. Kivell y Bernhard Zipfel, se ocupan, respectivamente, del estudio del molde endocraneal, de la pelvis, de los huesos del pié y de los huesos de la mano. Todos los estudios concuerdan en que Australopithecus sediba muestra un patrón en mosaico que incluye rasgos primitivos, típicos de los australopitecos, junto a caracteres evolucionados en la dirección de Homo. En esencia, se trata de una criatura que retiene rasgos relacionados con capacidades arborícolas en el esqueleto postacraneal (mano, pelvis y pié) junto a otros implicados en el eficiente tipo de locomoción bípeda que caracteriza a Homo (pelvis y pié) y también en la prensión de precisión que requiere la talla de la piedra (mano).
Además, junto a una capacidad craneal y una morfología endocraneal general característica de los australopitecos, A. sediba también muestra, especialmente en la región orbitofrontal, signos de la reorganización cerebral característica de Homo. Con todo ello, A. sediba presenta unas excelentes credenciales para ser considerada como la mejor candidata conocida para ocupar el disputado puesto de la especie de australopiteco más cercana al origen de Homo.
Referencias:
Robyn Pickering, Paul H. G. M. Dirks, Zubair Jinnah, Darryl J. de Ruiter, Steven E. Churchil, Andy I. R. Herries, Jon D. Woodhead, John C. Hellstrom, Lee R. Berger (2011). “Australopithecus sediba at 1.977 Ma and Implications for the Origins of the Genus Homo.” Science 333, pp. 1421-1433.
Kristian J. Carlson, Dietrich Stout, Tea Jashashvili, Darryl J. de Ruiter, Paul Tafforeau, Keely Carlson, Lee R. Berger (2010). “The Endocast of MH1, Australopithecus sediba.” Science 333, pp. 1402-1407.
Job M. Kibii, Steven E. Churchill, Peter Schmid, Kristian J. Carlson, Nichelle D. Reed, Darryl J. de Ruiter, Lee R. Berger (2011). “A Partial Pelvis of Australopithecus sediba.” Science 333, pp. 1407-1411.
Tracy L. Kivell, Job M. Kibii, Steven E. Churchill, Peter Schmid, Lee R. Berger (2011). “Australopithecus sediba” Hand Demonstrates Mosaic Evolution of Locomotor and Manipulative Abilities. Science 333, pp. 1411-1416.
Bernhard Zipfel, Jeremy M. DeSilva, Robert S. Kidd, Kristian J. Carlson, Steven E. Churchill, Lee R. Berger (2011). “The Foot and Ankle of Australopithecus sediba.” Science 333, pp. 1416-.
Sin embargo, la antigüedad de los fósiles, algo menor de 2 millones de años, no cuadraba bien con esta idea, pues se conocen fósiles de Homo mucho más antiguos, hasta 2’3 millones de años. Por ello, algunos autores opinaban que la pretendida antepasada de nuestro linaje era demasiado joven para el puesto.
Este viernes, 9 de septiembre, aparecen en la revista Science cinco artículos consagrados a distintos aspectos de la cronología y anatomía de A. sediba. En el primero de ellos, encabezado por Robyn Pickering, se precisa con gran rigor la datación de los restos en 1’997 millones de años, mediante el empleo de dataciones radiométricas (método del Uranio-Plomo) combinadas con magnetoestratigrafía de gran precisión. Los autores del trabajo argumentan que no hay ningún fósil seguro de Homo más antiguo que esa fecha y que por ello A. sediba no puede ser descartado como posible antepasado de nuestro género.
Se trata de afirmaciones que sin duda encontrarán contestación.
Los otros cuatro artículos, encabezados por Kristian J. Carlson, Job M. Kibii, Tracy L. Kivell y Bernhard Zipfel, se ocupan, respectivamente, del estudio del molde endocraneal, de la pelvis, de los huesos del pié y de los huesos de la mano. Todos los estudios concuerdan en que Australopithecus sediba muestra un patrón en mosaico que incluye rasgos primitivos, típicos de los australopitecos, junto a caracteres evolucionados en la dirección de Homo. En esencia, se trata de una criatura que retiene rasgos relacionados con capacidades arborícolas en el esqueleto postacraneal (mano, pelvis y pié) junto a otros implicados en el eficiente tipo de locomoción bípeda que caracteriza a Homo (pelvis y pié) y también en la prensión de precisión que requiere la talla de la piedra (mano).
Además, junto a una capacidad craneal y una morfología endocraneal general característica de los australopitecos, A. sediba también muestra, especialmente en la región orbitofrontal, signos de la reorganización cerebral característica de Homo. Con todo ello, A. sediba presenta unas excelentes credenciales para ser considerada como la mejor candidata conocida para ocupar el disputado puesto de la especie de australopiteco más cercana al origen de Homo.
Referencias:
Robyn Pickering, Paul H. G. M. Dirks, Zubair Jinnah, Darryl J. de Ruiter, Steven E. Churchil, Andy I. R. Herries, Jon D. Woodhead, John C. Hellstrom, Lee R. Berger (2011). “Australopithecus sediba at 1.977 Ma and Implications for the Origins of the Genus Homo.” Science 333, pp. 1421-1433.
Kristian J. Carlson, Dietrich Stout, Tea Jashashvili, Darryl J. de Ruiter, Paul Tafforeau, Keely Carlson, Lee R. Berger (2010). “The Endocast of MH1, Australopithecus sediba.” Science 333, pp. 1402-1407.
Job M. Kibii, Steven E. Churchill, Peter Schmid, Kristian J. Carlson, Nichelle D. Reed, Darryl J. de Ruiter, Lee R. Berger (2011). “A Partial Pelvis of Australopithecus sediba.” Science 333, pp. 1407-1411.
Tracy L. Kivell, Job M. Kibii, Steven E. Churchill, Peter Schmid, Lee R. Berger (2011). “Australopithecus sediba” Hand Demonstrates Mosaic Evolution of Locomotor and Manipulative Abilities. Science 333, pp. 1411-1416.
Bernhard Zipfel, Jeremy M. DeSilva, Robert S. Kidd, Kristian J. Carlson, Steven E. Churchill, Lee R. Berger (2011). “The Foot and Ankle of Australopithecus sediba.” Science 333, pp. 1416-.
LUGAR Sudáfrica